En un aspecto sobre todo se diferenció el viaje de José María Aznar a Irak respecto al de George Bush: el jamón no era de plástico, a diferencia del pavo con el que el presidente de EEUU se fotografió con sus soldados en Irak. En Diwaniya, el comedor de Base España --decorado con un árbol de Navidad y un Belén-- olía ayer a jamón genuino, no de cartón piedra, y lo único que era de plástico eran los cubiertos y los vasos.

En una larga mesa presidencial decorada con un mantel azul a flores, Aznar compartió un menú de jamón, ensalada, lentejas, pollo y turrón con los soldados, que recibieron calurosamente al presidente en posición de firmes. Una botella de cava catalán en cada mesa --es improbable que, con la que está cayendo, fuera un guiño a Pasqual Maragall-- sirvió para los brindis. Agua y refrescos debían de haber acompañado la comida del presidente, ya que el alcohol está prohibido en el cuartel, pero Federico Trillo logró que de las entrañas de la cocina surgiera una botella de vino para la mesa de Aznar.

Al poco de empezar, se vio que el de ayer iba a ser un almuerzo fotográfico, de los de álbum de familia para que las sufridas madres presuman de soldado junto a Aznar con las amistades. Los militares traían cámaras digitales y de usar y tirar. El primero en lograr la instantánea con un Aznar vestido a lo Paul Bremer si militara en el PP --botas militares marrones, jersey a conjunto, pantalones verdes y camisa a cuadros-- fue el soldado Sánchez. Trillo disparó la cámara. Tras escuchar los parlamentos, los militares pugnaron por emular al afortunado Sánchez, aunque el premio se lo llevó una soldado de rubia melena que casi sin proponérselo logró el pleno: instantáneas con Trillo y con Aznar.

Sin vítores

Para ser justos, hubo otra honrosa diferencia con el viaje de Bush: los soldados no vitorearon a Aznar como si fuera un personaje de Crónicas Marcianas. Los pocos que quedan en Diwaniya de la Brigada Plus Ultra I agradecieron con un ahogado grito de júbilo un elogio a su trabajo y el primer viva, a España, salió más dubitativo de lo que cabía esperar. El segundo, al Rey, ya fue como mandan los cánones. Algún malvado periodista sugirió en voz baja un tercer viva por Honduras.

Una sorpresa agradable

¿Y los soldados? Exultantes. "Es un detalle que haya venido a vernos", comentó Juan Piñero. "Ha sido una sorpresa agradable. Algo nos olíamos hoy, aunque esperábamos a un ministro, no al presidente", señaló una mesa de soldados vallisoletanos. Aznar recorrió algunas mesas, interesándose por el trabajo de la tropa. "¿De dónde venís?", preguntó en una de ellas. "De Extremadura", comentó una soldado, refiriéndose a su base en España. "Se te nota por el acento", dijo Aznar, a lo que la chica se ruborizó y musitó: "Yo soy de Córdoba".