En el rugby existe una acción llamada patada a seguir. Consiste en dar un puntapié al balón para ganar metros y sortear el acoso del adversario. El presidente de la Generalitat catalana, Artur Mas, optó ayer por esta estrategia y respondió a la presión de Bruselas y del Gobierno central con una patada en toda regla: desplazó el grueso de las medidas que Cataluña adoptará este año para cumplir el déficit a los recortes en sanidad y educación diseñados por el Ejecutivo de Mariano Rajoy (los mismos que el Gobierno catalán dice estar dispuesta a recurrir por vulneración de competencias).

Así, lo que hasta hace unos días era un plan tramposo porque solo representaba, según los cálculos ofrecidos por el Govern, un ahorro de 150 millones de euros para Cataluña, ahora ya es creíble y representará, también según el Ejecutivo de CiU, 1.070 millones de ahorro. El tijeretazo de Rajoy se centra en el copago sanitario y en un aumento de las ratios de alumnos en las escuelas y una notable subida en las tasas universitarias. El Gobierno catalán ahora asume estos recortes, a pesar de que el portavoz, Francesc Homs, los tildó de "gran engaño". Y añade, entre otras medidas, un gravamen nuevo a la FP de grado superior, una poda de 400 millones de euros en las subvenciones y otra reducción de personal y gasto en las empresas públicas.

A diferencia de los otros dos hachazos, que el Gobierno de CiU tildó de imprescindibles para sanear las cuentas, el president ayer subrayó que si presenta este plan de ajuste es por "obligación". Y culpó a Rajoy de pretender "centrifugar" el déficit de la Administración central a través de las cuentas autonómicas.

SIN CIFRAS Durante su comparecencia ante la prensa, Mas no concretó ni una sola cifra. Y dejó claro que Cataluña llegará hasta donde pueda. "Se intentará ahorrar 1.500 millones", afirmó.

La cita del Consejo de Política Fiscal y Financiera de mañana en Madrid será clave, pues el Estado aprobará o no los planes autonómicos antidéficit.