Después de dos revolcones importantes y consecutivos --en las elecciones municipales, primero, y en los referendos, después--, Berlusconi tuvo ayer por fin un respiro. El primer ministro italiano obtuvo la confianza del Senado en su primera comparecencia, tras los dos varapalos que le han arrastrado a las horas más bajas de su mandato, al deteriorar la relación con la Liga Norte, su socio de Gobierno,.

El Gobierno conservador presentó a votación ayer en la Cámara el decreto para el desarrollo --recortes de impuestos e incentivos que benefician a empresas-- y la aprobación del mismo iba acompañada de una moción de confianza planteada por el propio Ejecutivo a instancias del presidente de la República, Giorgio Napolitano.

El presidente consideró oportuno someterse a esta moción de confianza a raíz de los recientes cambios sufridos por el Ejecutivo y el nombramiento de nueve subsecretarios tránsfugas, lo que desde algunos sectores de la oposición se considera un premio por su viraje.

La que fue la 44 moción de confianza a la que se ha sometido el Gobierno de Berlusconi desde su creación en mayo del 2008, fue aprobada con 317 votos a favor, 293 en contra y dos abstenciones. Hoy está previsto que se realice el mismo trámite en el Parlamento.

"FIRME INTENCIÓN" Berlusconi, que hizo nuevamente oídos sordos a la petición de dimisión, insistió en su "firme intención" de seguir gobernando hasta final de legislatura, en el 2013, y apuntilló que no tiene intención de mantenerse "de por vida" en el cargo. "Los resultados de las elecciones municipales pueden hacernos reflexionar pero no pueden influir sobre la duración de la legislatura", añadió. El jefe del Ejecutivo se mostró "seguro" de que los dos trámites que debe cumplir, el de ayer en el Senado y hoy en el Parlamento, reforzarán su Gobierno e insistió que no existe ninguna alternativa a su Ejecutivo.

El líder de los conservadores terminó apelando a la responsabilida d como argumento para mantener su Gobierno debido al "desastre" que supondría su caída en un momento de crisis económica actual en el que Italia se encuentra "bajo observación" de las principales agencias de calificación de riesgo por su elevado endeudamiento.

Los dos batacazos sufridos recientemente han deteriorado sobremanera las relaciones entre los conservadores y sus socios de Gobierno que, ante la debilidad de Berlusconi, han aprovechado el momento para hacerse valer y han vuelto a poner sobre la mesa peticiones como la reforma fiscal, poniendo a Il Cavaliere en más de un aprieto.