La "situación política" en EEUU ha pesado en la decisión de Barack Obama de retirar 33.000 soldados de Afganistán de aquí hasta finales de septiembre del 2012, según el secretario estadounidense de Defensa, Robert Gates. Así, el dirigente reconocía el hastío creciente con la onerosa guerra (con un coste de 10.000 millones de dólares al mes y un monto tras 10 años que supera el billón de dólares), que llega en un momento en que la crisis económica ha golpeado la moral del país, y son el desempleo y el déficit los que centran las preocupaciones de los ciudadanos.

Obama tuvo que vencer además la resistencia de los militares, pues su plan fue rechazado inicialmente por el jefe del Estado Mayor, el almirante Mike Mullen. "Las decisiones del presidente suponen un mayor riesgo del que yo estaba preparado a aceptar en un principio", reconoció ayer Mullen, que sin embargo dijo que tanto él como el comandante en jefe en Afganistán, David Petraeus, apoyan ahora el plan.

Obama trata de influir en el mapa electoral del año próximo. Tras la muerte de Osama bin Laden, nadie podrá atacarlo como un comandante en jefe débil.