Fue un ataque perfectamente organizado. Pasaban 45 minutos de la medianoche cuando unos 200 militantes del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) abrieron fuego en ocho puntos diferentes de la provincia turca de Hakkari, limítrofe con Irak. Los objetivos fueron cuarteles del Ejército y de la policía y puestos de vigilancia fronterizos. Los combates se prolongaron durante cuatro horas. En total, 24 militares turcos murieron y 18 resultaron heridos.

Es una zona en la que el PKK se mueve libremente gracias al apoyo de buena parte de la población --"por desgracia, no los ven como terroristas, sino como guerrilleros", recalca un policía de Hakkari a este diario-- y a la orografía, pues las abruptas cordilleras se internan en Irak hasta las montañas Kandil, donde está la base del grupo armado.

En cuanto se conoció la magnitud del atentado, el peor en casi dos décadas, el presidente turco, Abdulá Gül, prometió "venganza", una palabra que pocas veces se escucha de este político de ademanes moderados. Y la respuesta no se hizo esperar: los comandos de montañas turcos, con apoyo de helicópteros Cobra, persiguieron a los atacantes hasta cuatro kilómetros en territorio iraquí. De forma paralela, cazas turcos bombardearon los campos logísticos del PKK a lo largo de la frontera turco-iraquí. Según varios medios, una veintena de rebeldes kurdos murieron.

"El enemigo debe saberlo: no vamos a ceder un milímetro de esta tierra, que ha sido regada con sangre de los mártires", advirtió el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, a la vez que se preguntaba: "¿Quién alimenta a la organización terrorista?". Aunque no hay pruebas que lo certifiquen, una fuente cercana a los servicios secretos explicó a este diario que trabajan con la hipótesis de que sea Israel el que esté suministrando armas y apoyo logístico al PKK, sobre todo desde el enfriamiento de las relaciones entre Ankara y Tel-Aviv. El PKK nunca ha hecho ascos al apoyo extranjero (Rusia, Siria e Irán) y, según diversas fuentes, Israel ha colaborado con el PJAK, la organización hermana del PKK que actúa en Irán.

CRÍTICAS Los nacionalistas kurdos del Partido de la Paz y la Democracia (BDP) exigieron tanto al Gobierno como al PKK que "detengan la guerra" e inicien un "proceso de paz dialogado", algo que fue muy criticado por Erdogan: "Quienes son incapaces de llamar terrorista al PKK no deberían hablar de paz".

La tensión es máxima en la frontera. La población permanece encerrada en casa y apenas se oye otra cosa que helicópteros y cazas que sobrevuelan la zona, explican por teléfono desde Hakkari. Se espera que en días o semanas Turquía lance una importante ofensiva militar terrestre en Irak para acabar con la presencia del PKK. La semana pasada, Erdogan ya había avisado a las autoridades iraquís de que, o se encargan ellas del problema, o serán los turcos quienes limpien la zona de terroristas.