Jeremy Corbyn es poco menos que un traidor a la patria, de acuerdo con el torrente de críticas que ha desatado su actitud en el primer acto oficial como líder del Partido Laborista. El encontronazo con el “establishment”, ha sido frontal. Todo son recriminaciones por su comportamiento en una ceremonia en recuerdo a los caídos en la Batalla de Inglaterra, una ofensiva contra los nazis de la que se cumplen 75 años. Fiel a sus principios, este político ateo, republicano y antimilitarista, prefirió mantener la boca cerrada, a entonar el “Dios Salve a la Reina” en la catedral de San Pablo. A su lado en el templo había miembros de la monarquía, incluido el príncipe Enrique y la cúpula del ejército y el gobierno, con David Cameron al frente.

Los pecados de Corbyn no acaban con el himno. También le acusan de haber asistido a la ceremonia con una chaqueta y unos pantalones que no iban a juego. Una veterana laborista que le conoce bien, ha insinuado que posiblemente Corbyn no tiene un sólo traje. Y aunque llevaba corbata -roja, por supuesto- se había dejado el primer botón de la camisa desabrochado. Además, concluido el oficio religioso, el jefe de la oposición prefirió irse a charlar con los empleados de un café próximo, a quedarse a saludar a algunos de los pocos excombatientes de aquel periodo histórico que aún quedan vivos.

La foto del barbudo izquierdista silencioso en la catedral es portada en toda la prensa británica. Y los titulares de los diarios más conservadores son los que cabía esperar. “Ultraje al himno nacional. Corbyn desaíra a la Reina”. “Corbyn ofende a la Reina y al País”. El diputado conservador Sir Nicholas Soames, muy amigo del príncipe Carlos y nieto de Winston Churchill, le acusa de “falta de respeto y de educación”. Para el líder del UKIP, Nigel Farage, que estaba en la ceremonia, el jefe laborista ha mostrado que, “es un republicano de la línea dura hasta la médula, algo que pocos votantes laboristas van a apoyar”. El exalmirante y antiguo asesor laborista en temas de seguridad, Lord West of Spithead también se hacía cruces. “Cantar el himno nacional es un signo de lealtad al Reino Unido y a los británicos. No puedo creer que la gente de nuestra gran nación pueda imaginar a un primer ministro sin lealtad”. Incluso algunos diputados del propio equipo de Corbyn le han criticado.

“No tengo tiempo chismorreos”, ha sido la respuesta del acusado en un twitter. Sin embargo, uno de los más destacados simpatizantes de Corbyn, el columnista Owen Jones, le ha recomendado que cuide a los medios de comunicación. “Una ofensiva mediática, con mensajes claros y tajantes es crucial”, afirma, para contrarrestar “la campaña de calumnias”. Hasta el momento el tozudo laborista no ha concedido una sola entrevista y dio plantón el domingo a Andrew Marr, un periodista estrella de la BBC.