La campaña electoral de François Fillon sigue hipotecada por los supuestos empleos ficticios de los que se beneficiaron su esposa y dos de sus hijos. El candidato a la presidencia francesa fue imputado el 14 de marzo por malversación de fondos y ayer fue Penelope Fillon, galesa de 61 años, quien compareció ante los jueces de instrucción.

Al término de un interrogatorio que duró casi toda la jornada la mujer del exprimer ministro fue imputada de un delito de complicidad y de beneficiarse del desvío de fondos públicos, bienes sociales y estafa agravada.

Desde que Le Canard Enchainé desvelara el escándalo el 25 de enero, planeaba sobre ella la sospecha de que nunca ejerció como asistente parlamentaria a pesar de haber tenido un contrato entre 1998 y 2013 y cobrado casi 700.000 euros de las arcas de la Asamblea Nacional. Las dudas se apoyaban en las palabras de la propia Penelope, que siempre dijo que su principal misión era ocuparse de su familia y llegó a reconocer a un medio británico que nunca había trabajado como asistente parlamentaria de su marido.

Sin embargo, fue contratada por él y luego por su suplente, Marc Joulaud, también imputado, cuando Fillon dejó su escaño de diputado para convertirse en el primer ministro de Nicolas Sarkozy en el 2007.

Al ser interrogada por los policías de la fiscalía financiera, Penelope aseguró que trabajaba desde su casa de Sarthe o desde la de París en labores como seleccionar el correo de su marido o representándole en algunos actos.

Además, entre mayo del 2012 y noviembre del 2013 Penelope se embolsó 3.900 euros netos mensuales como asesora literaria de la Revue des Deux Mondes, publicación de Marc Ladreit Lacharnière, amigo íntimo de Fillon. También en la revista dejó una huella muy débil porque solo publicó dos reseñas bajo seudónimo.