Guerra en Ucrania

Wagner ayuda a Putin en las cercanías de Kosovo

La empresa de inteligencia y paramilitares pone en funcionamiento una base en Serbia en colaboración con la extrema derecha local

Escudo del nuevo centro de Wagner y la formación ultra serbia Águilas. A la derecha, el líder de Águilas, Alexander Lysov.

Escudo del nuevo centro de Wagner y la formación ultra serbia Águilas. A la derecha, el líder de Águilas, Alexander Lysov.

Juan José Fernández

Se presentó en sociedad el pasado 9 de diciembre, después de reiteradas negativas de los implicados sobre su existencia. El entramado paraestatal ruso de mercenarios y agentes de inteligencia Wagner tiene ya presencia física declarada en Serbia, en las ciudades de Belgrado y Nis, a través de los que llama "residentes" locales: el grupo de extrema derecha serbio "Águilas", que reivindica, entre otras cosas, la recuperación de la provincia de Kosovo.

El propio grupo, liderado por el activista y propagandista serbio de la causa rusa Alexander Lysov, lo ha celebrado en redes sociales a lo largo de este mes de diciembre. Era el momento de presentar al público el nuevo logo promocional de las Águilas, una doble bandera que juega con los colores blanco, azul y rojo propios de las enseñas de Rusia y de Serbia -ambas los tienen, pero colocados en distinto orden- y con un paralelismo propagandístico convertido en lema: Donbás-Rusia, Kosovo-Serbia.

Lysov ha estado estos días de viaje por el Donbás. Actuando casi como reportero a pie de calle, ha mostrado en sus redes sociales los efectos de los bombardeos ucranianos en urbes de la provincia de Donetsk. Y ha aprovechado el viaje para abrazar y entregarle una de esas banderas a su homólogo nacionalista prorruso en la región, Alexei Zhigulin.

La escena, grabada en vídeo doméstico y con poca luz, es una metáfora de la acción exterior rusa en Serbia, y de una de las misiones del nuevo centro de Wagner en territorio serbio: asegurarse Rusia apoyo en los Balcanes para su invasión de Ucrania a cambio de apoyar al nacionalismo serbio en su melancólica, dolorida y todavía muy viva reclamación de Kosovo.

Contra los "liberales"

La cara de Wagner en Serbia tiene forma de club de hermandad. Su nombre, Centro Cultural Informativo Ruso-Serbio de Amistad y Cooperación, no alude a la empresa de mercenarios del oligarca al que llaman "el cocinero del Kremlin", Yevgueni Prigozhin. Pero Wagner lo promociona entre su red de franquicias y semifranquicias como una oficina local más. En su mensaje de salutación del pasado 9 de diciembre en sus canales de Telegram, Wagner lo describe como parte de su "implementación de diplomacia pública".

Los países de la OTAN, especialmente los de los Balcanes -Albania, Eslovenia, Croacia, Montenegro y Bulgaria- tienen razones para sentirse aludidos por los posibles efectos de esa diplomacia. Pero hay una misión previa, prioritaria, que se plantea el grupo Wagner en Serbia, y no es hacia fuera, sino hacia dentro: presentar batalla a los rusos disidentes de Putin.

Belgrado y Nis son ciudades con importantes colonias de ciudadanos rusos; y entre ellos, los que buscan escapar del régimen de Vladimir Putin, al que tienen como pseudodictadura. Wagner y sus aliados serbios se plantean librar un combate de información y desinformación: buscan la "confrontación informativa con los liberales rusos que se fueron a Serbia y están tratando de realizar actividades antirrusas allí, con el objetivo de desacreditar a Rusia y empeorar las relaciones de los pueblos ruso y serbio", según declara el comunicado de fundación del centro de hermandad.

Alexander Lysov, activista nacionalista serbio.

Alexander Lysov, activista nacionalista serbio.

Como socios, no podían escoger a otros más cercanos que el grupo ultranacionalista y eslavista que promovió en el centro de Belgrado la erección de una estatura del "Santo Príncipe" ruso Alexander Nevski, gobernador de Novgorod y de Kiev, brazo armado contra suecos y teutones en el siglo XIII. Sobrevuela sus actividades el líder de las Patrullas Populares y político de ultraderecha Damjan Knezevic.

Hay también otra misión, esta nada publicitada, que siguen los ojos occidentales en la zona: la acogida y captación, de momento no excesivamente numerosa, de voluntarios serbios para ayudar a los prorrusos de Donetsk y Luhansk como brigadistas extranjeros en sus filas de combatientes contra el ejército ucraniano.

De ese reclutamiento selectivo con tamiz de Wagner han informado confidentes kosovares a diversos servicios de inteligencias de países de la Alianza Atlántica. Serbia mantiene una neutralidad que celebra la OTAN; pero es militar, no ideológica.

Fuentes militares españolas confirman lo delicado de la situación en la frontera de Serbia y Kosovo, porque es ahí -o en las traseras de las repúblicas bálticas- donde podría desencadenarse un calentamiento muy desestabilizador según el camino que tome, en primavera, la guerra de Ucrania.

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