En EEUU se recrudece la guerra entre los departamentos de Defensa y de Estado por los planes para el futuro de Irak. El viernes, después de que Donald Rumsfeld y Colin Powell se reunieran por separado con el presidente, George Bush, fue Powell quien se apuntó una victoria pues la Administración se mostró favorable a su idea de que la autoridad interina iraquí incluya a actuales residentes en el país que las tropas han empezado a identificar como potenciales líderes. El Pentágono quería dar el papel dominante a los exiliados, liderados por el presidente del Congreso Nacional Iraquí, Ahmed Chalebi.

Sin embargo, la Administración es consciente de que la falta de representación significativa de los sunís en el exilio pondría en peligro las relaciones económicas con los gobiernos sunís de países petroleros vecinos.

MENSAJE A RUMSFELD

El revés para Rumsfeld lo dejó claro el viernes la asesora de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice, quien dijo que el exilio tendrá que ganarse su presencia en la autoridad interina. "No va a haber ninguna coronación ni nada hecho por decreto", afirmó Rice. Un diplomático interpretó esas palabras como "un claro mensaje a Rumsfeld y sus amigos para que retrocedan". Un paso atrás necesario, pues en la Casa Blanca se cree que el jefe del Pentágono "se ha adelantado al presidente". Pese a que su idea de crear en Irak un modelo de democracia para todo Oriente Medio pierde peso, Rumsfeld puede contar con el apoyo de Bush para administrar los 2.500 millones de euros (416.000 millones de pesetas) en ayuda para la reconstrucción aprobados por el Congreso.