Una Constitución, un Parlamento, y un Gobierno elegido en las urnas dentro "de dos años". Éstas son las intenciones que formuló ayer Ahmed Chalabi, máximo dirigente del Congreso Nacional Iraquí (CNI), el líder opositor a Sadam favorito del Pentágono, en su primera comparecencia de prensa tras su llegada a Bagdad, junto con un puñado de sus partidarios armados. De corbata y traje, y con los uniformes militares guardados en el cajón, Chalabi subrayó que Estados Unidos "no quiere gobernar Irak" y que serán los iraquís quienes decidirán su futuro.

Chalabi se llenó la boca de promesas que no aportaron grandes novedades y libró una dura batalla dialéctica con algunos de los periodistas presentes en el Club de Caza Al Mansur, en un barrio exclusivo de Bagdad, donde tuvo lugar el encuentro. El líder del CNI ha sido condenado en Jordania por fraude, acusado de apropiarse de más de 500 millones de euros (unos 83.000 millones de pesetas), y un sector de la opinión pública internacional le considera un dirigente sin apoyo, que, si lograra acaparar el poder, gobernaría al dictado de EEUU.

No obstante, Chalabi afirmó que el gobierno que surja de este proceso "no será una marioneta de Estados Unidos", aunque cree que es EEUU el que "debe tutelar" el proceso para el restablecimiento de una autoridad civil en Irak.

Preguntado acerca de si el fin del régimen baazista era razón suficiente para la destrucción que ha padecido la capital, Chalabi no dudó: "La caída de Sadam merece" ese sacrificio. Las vidas humanas que se han perdido "hubieran sido muy superiores en número si el régimen hubiera seguido en el poder".