Más o menos por estas fechas, pero ocho años atrás, el Castellón iniciaba su primera y, hasta ayer, única participación en una liguilla de ascenso a Segunda A. Curiosidades del destino, las circunstancias sociales de aquella experiencia --finalmente negativa-- eran muy similares a las que rodeaban el encuentro ante el Barakaldo, con unas elecciones a las puertas.

Mucho ha llovido desde entonces y la tensión por la larga espera se notó ayer en el ambiente de Castalia. No vamos a decir que el resultado era lo de menos en esta primera noche mágica del albinegrismo en el siglo XXI, pero... ¡qué ganas teníamos todos! Las toneladas de papel lanzadas sobre el césped minutos antes del encuentro lo demostraron. Esta afición estaba hambrienta de emociones y quiere resarcirse durante el próximo mes.

El palco vip de Castalia notó ese ansia por volver a ver al Castellón luchando por algo importante. No cabía un alfiler, y eso que se esperaban bajas importantes por aquello del último día de la campaña electoral. Pero no. La clase política votó ayer por el fútbol.

Tan sólo una ausencia notable. Y suponemos que porque Carlos Fabra tuvo imposible escaquearse del mitin final de campaña del PP. El presidente de la Diputación tuvo que conformarse con tener información puntual de tanto en tanto. El resto no faltó a la cita. El alcalde, José Luis Gimeno; el que quiere ocupar el cargo del anterior, Ignacio Subías; el conseller Rambla, Víctor Campos... iniciaron la jornada de reflexión en Castalia.

Pero no sólo la política se vio atraída por el estreno albinegro en la liguilla. Ayer, más que nunca, los estamentos deportivos quisieron solidarizarse con el Castellón. Fernando Roig, el presidente del Villarreal, acudió acompañado de otros amarillos ilustres del mundo empresarial, como Pedro y Nacho Llop (Rocersa) o Ramón Marco (Mercury). En representación de la plantilla, Jesús Unanua aprovechó que no viaja con el Submarino para dar su apoyo al equipo de Oltra. De parte che, el notario y candidato a consejero del Valencia Joaquín Serrano sufrió como nunca. Lo valencianista no quita lo castellonense.

Todos ellos, como el resto de 10.000 almas de Castalia, vivieron una experiencia al límite... pero con un final feliz, que es lo que importa. El paréntesis futbolístico en la vorágine de las elecciones hará que los votantes castellonenses acudan a las urnas con más alegría.