Cualquier detalle, por mínimo que sea, se mira con lupa en el gran derbi. Los técnicos, estrategas donde los haya, han preparado a conciencia una eliminatoria que va más allá de lo futbolístico. El Villarreal llega al mucho más necesitado, con numerosas bajas y con la urgencia de dar un golpe encima de la mesa para aplacar las críticas vertidas a su juego. El Castellón, por contra, marcha mejor de lo que todo su entorno se esperaba, ubicado en la zona media.

Esas dos situaciones se han visto reflejadas en los prolegómenos del partido de ida. Mientras que en el Castellón la vida sigue igual, el Submarino ha cambiado los hábitos previos a un choque en la provincia, aunque sea como visitante. En el conjunto albinegro, la ausencia de Pepe Moré no ha variado las costumbres habituales. El Castellón no se suele concentrar cuando actúa como local y sus futbolistas pasaron la noche en sus respectivos domicilios, acudiendo hoy una hora y tres cuartos antes de que se inicie el encuentro. En Liga, están citados para comer en el hotel Abba y, tras el pertinente descanso, van hacia Castalia.

Adiós a la rutina

El Submarino parece algo más preocupado y no quiere dejar pasar ningún detalle. Habitualmente, cuando juega en El Madrigal, se concentra en el hotel Intur de Castellón. Pero en esta ocasión, se supone que por aquello de dormir más tranquilos, los amarillos han pernoctado en el Vila-real Palace y no en su cuartel general de costumbre. Son formas distintas de afrontar un derbi con morbo en todas sus vertientes.