La salida de Rodrigo Rato de la presidencia de Bankia ha supuesto un antes y un después en la entidad, y no únicamente por su sustitución por José Ignacio Goirigolzarri --aupado al puesto por el Gobierno-- y por la nacionalización del grupo. Los nuevos gestores han rehecho las cuentas del grupo Banco Financiero y de Ahorros (BFA)-Bankia, que los auditores no aceptaron aprobar al anterior equipo. La entidad perdió el año pasado 3.318 millones de euros, frente a los 40,9 millones de beneficio declarados por los anteriores gestores.

BFA, la matriz, registró de forma individual unas pérdidas de en torno a 7.000 millones, según fuentes financieras, frente a los números rojos de 439 millones de euros anunciados por Rato.

PLAN DE SANEAMIENTO El consejo de administración del grupo aprobó ayer por la noche las nuevas cuentas, ya con el visto bueno de la firma auditora. Su homólogo de Bankia hizo lo propio el pasado viernes, con lo que el banco cotizado pasó de los 309 millones de euros de beneficio anunciados a unas pérdidas de 2.979 millones de euros. Tanto las pérdidas de Bankia como las de su grupo estaban ya contempladas en el plan de saneamiento que la entidad anunció el pasado fin de semana, con lo que no obligarán a pedir unas ayudas públicas adicionales a los 19.000 millones ya anunciados, según la institución.

Los 3.318 millones de euros de pérdidas incluyen la parte que les corresponde de las de Bankia por su participación en la entidad (1.561), además de saneamientos de activos fiscales (1.564 en impuestos que calculaba erróneamente que no tenía que pagar), de las empresas participadas (86) y el pago de los intereses de préstamos que le había concedido el Estado (358). Otros 1.179 millones de euros en activos fiscales mal calibrados se han restado de su patrimonio.

UN COLCHÓN PARA EXTRAS Goirigolzarri, por otra parte, avisó a los consejeros de BFA de que de momento seguirán en el cargo, pero que serán sustituidos cuando el Estado entre oficialmente en el capital del grupo en unas semanas. Además, el grupo aclaró que en los 19.000 millones en ayudas que ha pactado recibir con el Gobierno no se han tenido en cuenta los beneficios que prevé lograr en los próximos tres años. La entidad no ha restado esos resultados de las ayudas solicitadas porque desea tener un colchón para cubrir los "costes extraordinarios" que le impondrán las autoridades españolas y, sobre todo, europeas para aprobar su rescate.

También prevé utilizar el beneficio futuro para realizar limpiezas del balance que no se encuentran incluidas en el plan de saneamiento, entre otras "la posible necesidad de ajustar la valoración de ciertos inmuebles de uso propio". Es decir, que a pesar de la limpieza de 22.200 millones de euros que va a llevar a cabo todavía podrían quedar algunos cabos sueltos.

Por último, el banco sostiene que usará los beneficios para cubrir los posibles incrementos legales de los requisitos mínimos de capital y para permitir la venta del grupo por parte del Estado en las "mejores condiciones" posibles. "Es intención del Ministerio de Economía y Competitividad y del nuevo equipo gestor de BFA-Bankia poner al grupo en una senda de beneficios y rentabilidad sobre recursos propios crecientes en los próximos años", apunta por último.