E l autor de este comentario tiene especial veneración por la obra de Richard Strauss (con permiso de Wagner), por ello soñaba con poder oír a Zubin Mehta (straussiano de gran nivel) en un programa donde estaban las obras más populares del músico de Munich y que se programó en la sala de conciertos del Palau de les Arts de Valencia. Obras en las que brilla la facilidad, diversidad y riqueza instrumental del autor bávaro y mucho de la riqueza y variedad de su concepto compositivo.

Si bien el ‘Así hablaba Zarathustra’ fue un prodigio de contrastes e intensidad y singularmente de descriptivismo en sus nueve partes, no podemos dejar de lado algunos desajustes de métrica en el amanecer y ‘Von den Hinterweltlern’ (cosa poco habitual en la orquesta) que de algún modo lastraron el resto de la versión por la incomodidad y nerviosismo que ello supuso en los músicos. Ello no quita para que hubiera intensidades, sutilezas, brillos tímbricos y filosofía interior que eran de esperar de un director de ese postín. En la segunda suite de ‘El caballero de la rosa’ las cosas cambiaron desde el preludio que describe el apasionado encuentro amoroso entre la mariscala y Octavian. Con elegante fraseo se expuso la presentación de la rosa y el dúo de Octavian y Sophie. A señalar el imperativo impulsivo de los acordes que representan a Och y sobre todo los cambios de ritmo del celebérrimo vals, sin abusos de rubateos, tal vez en exceso cursis en el que suelen caer otras batutas.

Andrea Rothmann ofreció unos postreros lieds de Strauss con voz amplia, bella, cristalina y pródiga en matices, cercanos en concepto a los de Schwarzkopf, aunque menos poéticos, sobre todo los dos últimos con la garganta ya caliente. Mehta se embriagó con el lirismo de esta música de premonitoria expiración en un embeleso tan seductor como sensitivo. H