Las ventas de automóviles mantienen su tendencia a la baja. El primer semestre de este 2019 nos dejó un retroceso de un 5,3% en el mercado total, que se eleva hasta más del 12% en el caso del canal de particulares.

Resulta curioso que esta caída se produzca en un momento en el que los indicadores económicos son relativamente buenos y cuando la necesidad de renovación de nuestro vetusto parque automovilístico es más clara que nunca.

La mayoría de los analistas coinciden en que la causa principal de este retroceso en las matriculaciones es la incertidumbre del consumidor. Los mensajes poco claros —y a veces desafortunados— de algunos políticos acerca de la penalización del diésel y la futura desaparición de los motores de combustión; la entrada en vigor de limitaciones de circulación para ciertos modelos y el propio despegue del coche eléctrico han creado un clima de confusión que está complicando la elección del modelo adecuado.

Y en un escenario como este, es lógico que el comprador que pueda permitírselo prefiera posponer su decisión de compra y esperar para no equivocarse.