Era un domingo como otro cualquiera. Me dirigía al trabajo y paré a las 8.30 junto al Cinnamon Grand Hotel para comprar un bollo y un café. Un cuarto de hora más tarde, en ese mismo punto, estalló una de las ocho bombas». Este es el testimonio del benicarlando Miguel Ángel Ávila Urbano, uno de los pocos residentes españoles en Sri Lanka, pequeño país asiático que acaparó los focos el pasado fin de semana por unos atentados que se cobraron más de 300 víctimas mortales y 500 heridos.

Suboficial de operaciones, calidad y seguridad en un proyecto de un billón de dólares de la firma coreana Hyundai en Colombo, capital ceilandesa, vive junto a su mujer Rosana Gimeno, de Canet lo Roig (imagen inferior), y sus hijos Paula y Bruno: «Trabajo en el sector de la construcción a nivel internacional. Estuvimos siete años en Dubai, Nigeria y en noviembre del 2014 ya nos vinimos a Sri Lanka».

Su experiencia durante este último lustro no ha podido ser más positiva pese a los últimos atentados, que han sumido en el caos al país: «Los últimos días se han vivido con incertidumbre, pero no creo que haya represalias porque aquí conviven pacíficamente los budistas, que son amplia mayoría, con hinduístas, cristianos y musulmanes».

Sí recuerda Miguel Ángel que existieron tensiones entre la mayoría cingalesa y la etnia de los tamiles, que sumió al país en una guerra civil que se prolongó desde 1983 hasta 2001, «pero ahora ya han pasado página. Ha habido alguna pequeña reyerta, pero nada que ver con los terribles atentados». Unos sucesos que han provocado que el benicarlando pueda cambiar de planes: «Yo no me planteo volver a España, pero sí que posiblemente lleve a mi familia de vuelta hasta que se calmen las aguas porque espero que sea algo puntual».

El provincial se define como «un poco nómada», pero confirma que «como mínimo» seguirá un par de años más en Sri Lanka: «Trabajo para un holding privado que incluye desde plantaciones de té hasta aseguradoras, y yo estoy en la parcela de construcción de hoteles y torres residenciales. En España sería complicado encontrar algo así».

Momentos de tensión

Pese a que Miguel Ángel y su familia están «muy cómodos en un país tranquilo», no oculta su preocupación por unos atentados que tuvieron unas funestas consecuencias: «Atacaron las iglesias católicas más importantes y hoteles. Desde que estalló la primera bomba estamos pendientes de todas las informaciones porque al principio se especulaba incluso con que quisieran atacar a los extranjeros y la obra en la que trabajo hubiera podido ser un objetivo».

El benicarlando confirma también que el pánico generado en el país «ha provocado que se vacíen los supermercados». Las autoridades han decretado también toques de queda en los que el propio ejército patrulla por las calles en busca de sospechosos, aunque con el paso de las horas y los días Sri Lanka está recuperando la normalidad por suerte para Miguel Ángel y familia.