Con apenas diez horas de diferencia, Benicarló se transformó ayer por completo. La alegría y emoción de las Fallas dieron paso ayer al fervor religioso. Incluso la meteorología rompió la tónica de las desapacibles jornadas josefinas para sorprender con un soleado Domingo de Ramos.

La bendición de palmas centró los actos matinales, mientras que, por la tarde, fueron la apertura de la Semana Santa y la tradicional procesión de bajada del Cristo del Mar, los platos fuertes. La hermana Aránzazu Palau ejerció de mantenedora y pronunció el pregón de apertura de la Semana Santa. El acto inaugural, que tuvo lugar en el templo de San Bartolomé, contó con la participación del coro de la escuela de la asociación musical Ciutat de Benicarló y las agrupaciones locales de bombos y tambores.

Al caer la tarde, miles de personas acompañaron en procesión la imagen del Cristo del Mar desde el templo de San Bartolomé hasta la iglesia de San Pedro Apóstol, su lugar de culto. La tradicional y multitudinaria manifestación de fe sirvió para clausurar el novenario que cada año se realiza para honrar al venerado Cristo y que conmemora la llegada por mar de la imagen, en el año 1648, y con ella la sucesión de hechos milagrosos como la erradicación de la peste bubónica que entonces asolaba la población. H