El Ayuntamiento de Morella dio ayer el primer pasó para blindarse contra los vertidos de purín en zonas próximas al casco histórico por los perjuicios que causa el desagradable olor a vecinos y visitantes en determinadas fechas. Fue con un informe llevado a pleno que es el trámite previo a la aprobación de la ordenanza que regulará las jornadas en las que se podrá acometer este trabajo, para evitar los efectos que irónicamente llaman: eau de purín.

La medida se debe a las reiteradas denuncias por esta práctica incívica. El concejal de Medio Ambiente, Rafael Pallarés, señaló que «la gran mayoría de los ganaderos y agricultores tienen un comportamiento ejemplar, pero la mala praxis de algunos perjudican gravemente a la ciudadanía, y no lo podemos consentir».

Calor y viento

Los casos más flagrantes se producen en los días de mucho calor y en los que el viento lleva los olores del estiércol hasta la población. Unas situaciones que el verano pasado se sucedieron en fechas de máxima afluencia de turistas. «Tenemos que dotarnos de una medida legal que nos permita denunciar. La ordenanza no prohibirá los vertidos, los limitará y se podrá proceder bajo petición anticipada», según explicó el edil.

Joel Pascual, miembro del consejo agrario municipal, apuntó que «abonar con estiércol es una actividad necesaria y de primer orden. Esperamos que la restricción sea mínima y que no perjudique a nuestro día a día».

La norma nace entre las llamadas al civismo desde las partes implicadas y a menos de dos meses del 54° Sexenni. Nacho Cortés, secretario de la Asociación de Empresarios Turísticos de Morella y Comarca (Asetmico), indicó que «sabemos del buen hacer de la mayoría y, por ello, apelamos al sentido común para que no lo hagan en los días señalados».