Vilafranca llora desde el pasado fin de semana por el final del centenario Om del Llosar, que durante más de dos siglos fue uno de los elementos más característicos junto a la ermita de la patrona de la localidad, en las inmediaciones del municipio.

El fuerte viento fue el verdugo del emblemático árbol, que aguantaba en pie gracias a una estructura construida en el 2012. Fue a través de una iniciativa para transformarlo en un monumento, que surgió cuando el olmo murió a causa de la grafiosis, una enfermedad que azota a esta especie por toda Europa.

El Ayuntamiento decidió mantenerlo por su simbolismo y lo hizo mediante el artista Joan Simó, quien se encargó de buscar la fórmula para que permaneciera en el lugar, con una base de piedra que funcionaba como pedestal. Se da la circunstancia de que el autor falleció hace dos meses.

Retirada y propuestas

La brigada municipal retiró ayer el tronco y limpió la zona. La alcaldesa, Silvia Colom, visitó las tareas y anunció que buscarán alternativas. «Estudiaremos qué hacer en un enclave tan querido», comentó. Entre las primeras ideas está plantar otro árbol o poner algo que evoque el recuerdo.

El majestuoso Om fue motivo de elogios desde el siglo XVIII. Junto a sus ramas pasaron multitud de procesiones en honor a la Mare de Déu del Llosar y fue testigo de innumerables enlaces matrimoniales. «Muere una pequeña parte de nuestras vidas», plasmó un vilafranquino en redes.