El inicio del curso político tras la temporada veraniega ha sido de lo más negro para el equipo de gobierno de Burriana. Nada más comenzar septiembre, se escaparon dos vacas del recinto taurino en el marco de las fiestas de la Misericòrdia. Una de ellas, rebautizada por la opinión pública como Rebeca, se hizo famosa y apareció en los medios de comunicación nacionales. Hoy, dos meses y medio después, todavía no se ha capturado. Durante las celebraciones también levantó polémica la suspensión del esperado encierro de embolados. Acto que, esa misma semana, sí realizó Vila-real.

A finales del mismo mes, el día 29, un vecino del Grao de Burriana se presentó en el ayuntamiento con una bolsa con piedras de las que se habían utilizado en el arreglo de un camino rural. El teniente de alcalde, Vicent Aparisi, se sintió amenazado y presentó una denuncia ante la Guardia Civil por estos hechos.

Una semana más tarde, el 3 de octubre, el BOP publicaba el anuncio de la subasta de 16.600 metros cuadrados en la zona del Arenal. El consistorio no se presentó, ni paralizó el proceso. El 26 de octubre se adjudicaron los terrenos en primera línea a la única empresa que se interesó.

Esta privatización propició el comunicado de Compromís contra la alcaldía ostentada por el PSPV. Tras ello, llegó la amenaza de retirada de competencias del BIM al edil Vicent Granel. Un otoño que está siendo horribilis.