Cómo pudo ocurrir? Muchos nos hemos hecho esta pregunta. ¿Cómo se pudo ignorar durante tantos años la hiedra de corrupción que iba cubriendo nuestras instituciones? ¿Cómo pudo Jordi Pujol engañarnos tanto? ¿Cómo una multitud se sintió tan dolida, ofendida, indignada para llegar a aclamarle por la querella por Banca Catalana en vez de preguntarse cuánto de razón había en ella? ¿Cómo tantos, cómo casi todos, creímos sus palabras: «El Gobierno central ha hecho una jugada indigna. En adelante, de ética y moral hablaremos nosotros, no ellos»? ¿Cómo se consintió que se llamara traidores a los que no comulgaban con su credo? ¿Cómo nos costó tanto descubrir -y creer- el contubernio político, empresarial y mediático que permitió que su familia amasara una fortuna? ¿Cómo pudo convertirse el 3% en la moneda de cambio de nuestra vergüenza? ¿Cómo se toleró o se ignoró o se mostró indiferencia ante el arrinconamiento que sufrían quienes denunciaban? ¿Cómo se mezclaron insultos de hielo con las burlas, bromas contra la disidencia? ¿Cómo se infiltraron propagandistas en el periodismo?

Ocurrió, como siempre ocurre, aceptando la doctrina sin hacer preguntas, apuntándose a los linchamientos con alegría, riendo las gracias a los señalamientos públicos. Ahora un cartel. Ahora un vómito en Twitter. Sin querer escuchar. Sin querer ver. Ocurrió como siempre. Como ahora ocurre.

*Periodista