Recordemos que la palabra ética significa carácter, aquello que hacemos con nuestra vida al tomar decisiones y actuar en consecuencia. Lo mismo le ocurre a las empresas y universidades, tienen su carácter, su forma de ser y actuar, su ética. Un carácter formado en el día a día, en la manera en que apuestan por la excelencia, trata a su personal o cuidan del medio ambiente. Este carácter diferencia a unas universidades de otras.

Esta semana el rector Vicent Climent ha presentado el Código Ético de la Universitat Jaume I. Los códigos éticos definen los valores, normas y conductas que definen este carácter, concretan qué es y qué quiere ser nuestra universidad, cuál es su compromiso ante la sociedad y cómo lo está cumpliendo. Para algunos escépticos, sin embargo, un código sirve para poco o nada. Bonitas palabras: liderazgo, innovación, respeto, etc. Pero ahora hay que cumplirlo, piensan. Y llevan toda la razón.

Por eso nuestra universidad ha optado por una nueva generación de códigos éticos caracterizados, precisamente, por llevar en su interior los mecanismos e instrumentos que respondan de su cumplimiento. Este control no solo consiste en pagar a una consultora externa para que verifique lo que decimos. No basta con criticar desde fuera, hay que implicarse. Una universidad pública exige corresponsabilidad. Todos debemos participar, desde la comunidad universitaria hasta la sociedad civil, pasando por las empresas. Solo así conseguiremos que tenga el carácter necesario para hacerse respetar, por ejemplo, frente a los misérrimos presupuestos de este año.

*Catedrático de Ética