No le fue fácil aguantar las lágrimas ante la repleta tribuna de La Cerámica, rendida a sus pies. «Solo por este momento ya han valido la pena los dos años de sufrimiento», decía Santi Cazorla, ya sintiéndose al 100% parte del Villarreal, el club que le tuvo que decir adiós hace siete años, «en unos momentos difíciles en los que realmente necesitábamos de su salida», apuntó Fernando Roig, también visiblemente emocionado y satisfecho por recuperar a uno de los estandartes que ha dado la cantera amarilla en toda su historia: «Espero que nos ayude a estar entre los mejores de la Liga y de la Europa League».

Cazorla, que nunca dudó de su regreso a Vila-real —«cuando me tocó despedirme del club lo hice convencido de que un día volvería, que era solo un hasta luego»— recoge el guante, aunque ahora toca paladear su último éxito y, quizás, el más importante de su carrera: poder volver al fútbol de élite tras dos años de calvario sembrados de más que serias dudas sobre un posible regreso a la competición. «Todas las personas que tengo a mi lado me dicen que disfrute del momento, pero soy exigente y quiero seguir mejorando. No me conformo. Aún arrastro algunos dolores y mi reto es que desaparezcan y estar mejor. Sé que tengo margen para subir mi nivel», explicaba el jugador, que esta semana rubricaba su nuevo contrato: una temporada, la que empezará en poco más de una semana, a la que se podría sumar una segunda que, de momento, queda como opcional.

El asturiano se siente preparado para aportar su experiencia al nuevo Villarreal... y su talento dentro del campo. Y presume que partiendo en alguna de las dos bandas del centro del campo. «Por ahí han ido las charlas que he mantenido con Calleja. Creo que me pondrá más en bada, con libertad para ir hacia el centro», desvela Cazorla, que espera con impaciencia el momento de volver a sentir la presión de la competición oficial: «El primer partido de Liga será complicado; me vendrán muchas cosas a la mente en las horas anteriores, pero intentaré disfrutarlo».

Tras superar los meses más críticos de su carrera, Santi quiere acordarse de la gente que ha estado a su lado. Por supuesto el Villarreal, pero sobre todo «Mikel Sánchez —el doctor del milagro— y su equipo, mis fisios y mi familia, de la que no he podido disfrutar demasiado estos dos años». Y no olvida a un compañero y amigo que pasa por otro momento difícil: «Sé que Bruno está sufriendo, pero ambos esperamos recuperarnos y volver al nivel que queremos».