El Castellón sigue con su pretemporada sin mácula, en puesta a punto y resultados. Los albinegros solventaron satisfactoriamente un simulacro de inicio liguero, pues el Mestalla será su rival en la segunda jornada, en Castalia si las obras están a punto o en el mismo Paterna, en cuyo campo 4 se enfrentaron ayer (0-1): el estadio Antoni Puchades estaba ocupado por el primer equipo, aunque Marcelino García y Dani Parejo se asomaron a su azotea para echar un vistazo al partido del filial che y los orelluts, que estrenaron su llamativa segunda equipación de rojo chillón.

El duelo dejó el estreno de Jorge Fernández (jugó sus primeros minutos), así como la apuesta por una defensa de tres con los centrales disponibles de la plantilla y dos puñales en los costados. Arriba, dos mediapuntas (el conquense y Rubén Díez, autor del único gol, a pase de David Cubillas, cerca del descanso) y el único delantero que Óscar Cano tenía, con Jairo Cárcaba reservado en la banda junto a Rafa Gálvez, damnificado del duelo del domingo ante el Huesca en Teruel.

El Castellón funcionó francamente bien en la primera parte, antes de que el vaivén de los cambios limitase un tanto las virtudes que viene apuntando, pero sabiendo defender el 0-1 oese a ceder campo y balón a un Mestalla que cuenta con un despliegue físico exuberante y fútbol, aunque cierta candidez en el área rival. Un equipo que ha ganado en manejo de balón (Carles Salvador es una auténtica delicia) y, principalmente, en desequilibrio por las bandas, con Víctor García dando la réplica por la izquierda a Joseba Muguruza.

PLURAL // Cano, sin la presión acuciante de los resultados con la que vino, y con todo un verano por delante, está armando un Castellón sólido y con varios registros, sobre todo con recambios desde el banquillo (ojo a las dos intervenciones de Jesús López, inédito todo el año pasado, para salvaguardar el 0-1), aunque continúa suspirando por un delantero, si es César Díaz mejor. Una vez el capitán se fue a la ducha, las operaciones de ataque quedaban cercenadas, precisamente, por la ausencia de un referente ofensivo. A falta de uno, tocaba poner a prueba la gestión de un resultado a favor, en la que a excepción de la doble intervención del cordobés en la misma acción, no hubo más momentos en las que temió por el empate.