La última visita del Villarreal al Camp Nou dejó el poso amargo de una derrota que se podría considerar inmerecida para los amarillos por lo bueno demostrado ante el vigente campeón de Liga. Pero también la satisfacción de ver como el principal referente del equipo sigue con ganas de liderar el proyecto que debe devolver al Submarino a Europa y, sobre todo, como las nuevas generaciones del conjunto groguet vienen pisando fuerte.

Santi Cazorla (en primerísima línea a sus 34 años) y Pau Francisco Torres (con hechuras de veterano a los 22 añitos) se marcharon el martes del Camp Nou fastidiados por el marcador final (2-1), pero con el reconocimiento general en uno de los escenarios más impactantes del fútbol mundial. Entre los dos se puede resumir a grandes trazos el pasado, el presente y, por supuesto, el futuro del Villarreal, garantizado no solo con la presencia del joven central vila-realense, sino también con la pujanza de los Chukwueze, Manu Morlanes o Andrei Ratiu, los dos últimos sin minutos ante el Barcelona pero formando parte de una de las convocatorias más caras de la temporada.

Santi Cazorla es el presente del equipo de Javier Calleja. El líder sobre el terreno de juego, el futbolista que siempre sabe qué hacer cuando tiene el balón en su poder, el hombre encargado de asumir los galones cuando la situación lo requiere... pero, también, una de las claves del pasado. Desde que debutó en Primera División, en el 2004 de la mano de Manuel Pellegrini, el centrocampista asturiano ha sido una pieza fundamental en todos los equipos por los que ha pasado. Lo sigue siendo en el Villarreal, después de que la entidad amarilla le recuperara para el fútbol de élite hace un año, cuando se posaba sobre él la sombra de la retirada prematura por una grave lesión, pero también lo fue en Huelva, Málaga y Londres, sus otros destinos en una larga trayectoria en el fútbol profesional.

Así se lo reconocen allá donde va. Incluido un Camp Nou que el pasado martes recibió y despidió al groguet con una ovación de lujo, una de esas reservadas únicamente a los grandes cracks. «Es un lujo que en un estadio como el Camp Nou le aplaudan a uno. Es para estar orgulloso y eso que me llevaré cuando me retire», decía el asturiano tras la última cita en la Ciudad Condal, en la que consiguió marcar, una satisfacción empañada por la derrota final, a la que no puso excusas. «Debemos seguir mejorando en las acciones a balón parado —señaló sobre el tempranero 1-0 de Antoine Griezmann rematando solo en el primer palo un córner botado por Messi—, no solo los defensas; debemos defender mejor todos. Ahora no queda otra que pasar página y pensar en el Betis», el equipo que llega mañana a La Cerámica para poner a prueba la mejoría de los amarillos.

JERARQUÍA A LOS 22 AÑOS

En la grada azulgrana, los elogios generalizados hacia el rival tuvieron a Cazorla como principal destinatario, pero tampoco se pasó por alto la actuación de un espigado central que le dio la noche a Luis Suárez, que pasó sin pena ni gloria por el partido en buena parte por culpa del buen hacer de Pau Francisco Torres. Si Cazorla es el pasado y el presente, el defensa de 22 años es el futuro... y, además, de la casa. ¿Qué mas se puede pedir? El año de cesión en Málaga —al que solo le faltó la guinda del ascenso a Primera— ha acabado de pulir el proyecto de gran central que tiene el Submarino, hasta el punto que a veces cuesta distinguir quien demuestra más jerarquía en el corazón de la zaga del Submarino, si el curtido en mil batallas Raúl Albiol o el jugador que cumple su primera campaña como futbolista del primer equipo del Submarino. Porque aunque debutó en Primera División hace ahora casi dos años —en un Villarreal-Sevilla de mal recuerdo (2-3), relevando a Manu Trigueros en la recta final del partido— no ha sido hasta el pasado mes de julio cuando Pau Francisco Torres ha comenzado una temporada como componente de pleno derecho de una plantilla de Primera.

En la Costa del Sol, la pasada campaña, ya avanzó que lo suyo apunta a una larga carrera en la élite. Pero era Segunda División. Lo de ahora es diferente, y Pau quiere paladear cada instante. «Jugar en estadios como el Camp Nou es un privilegio. No quería que acabara el partido porque estaba disfrutando mucho», apuntaba el central de su estreno en uno de los grandes escenarios del fútbol mundial. Hasta ahora, como jugador de Primera solo había viajado con el Submarino al Ciutat de València y a Butarque. A partir de ahora, y como uno de los intocables en las alineaciones de Calleja, tras el coliseo azulgrana esperarán el Santiago Bernabéu, el Wanda Metropolitano, San Mamés, Mestalla... Un sueño cumplido para el único representante de Vila-real en la actual plantilla grogueta.

PULIR DEFECTOS

Como Santi Cazorla, el líder al que Pau sigue a ciegas, el jugador vila-realense también espera que con el paso de las jornadas el Submarino sea capaz de ir puliendo pequeños defectos —«no podemos permitir que nos marquen goles como el de Griezmann», reitera— para estar en condiciones a final de temporada de volver a situar al Villarreal en el mapa de las competiciones europeas. «Fue una lástima no poder puntuar ante el Barcelona, pero la imagen que dejamos en el Camp Nou fue la de un equipo competitivo que nunca baja los brazos y con el nivel necesario para plantarle cara a cualquiera», destaca Pau.