En las oficinas del club azulgrana tuvo lugar ayer una concurrida cumbre de seguridad, habitual en partidos de relevancia, según aseguraron desde el club. Pero nada parece convencional ni clásico del Barcelona-Real Madrid que, presuntamente, se disputa hoy. Como en los relatos judiciales, no está de más añadir el adverbio de la duda. Todas las partes insisten en que se jugará. Y así debería ser. No cabe un segundo aplazamiento.

No obstante, hay infinitas ganas de que a las 20.00 horas empiece a rodar el balón en el coliseo culé, lo haga sin interrupciones, y el fútbol acalle un ruido ambiental escuchado desde hace semanas que siempre ha parecido excesivo e interesado.

Después de la reunión de la junta directiva de ayer por la tarde, el Barcelona hizo un llamamiento a su gente para que acuda al Camp Nou en masa, sin temor, y lo haga lo antes posible, con el objetivo de evitar contratiempos en las inmediaciones del estadio. Y lo hizo subrayando que la reivindicación cívica es compatible con la disputa del «partido más importante del deporte mundial», según el portavoz de la entidad barcelonista Josep Vives.

La movilización impulsada por Tsunami Democràtic ha provocado un sinfín de reuniones de coordinación entre los dos clubs y los Mossos d’Esquadra desde hace semanas. El resultado será un estadio acordonado a partir de primera hora de la mañana, con un nuevo filtro en las afueras, cacheos exhaustivos y más de 3.000 agentes desplegados.

Pero es evidente que lo que más inquieta al club, pese a la imagen de serenidad que quiso transmitir ayer, es que se produzca algún tipo de incidente en el interior del Camp Nou, «el templo de la libertad», según la épica definición pronunciada por el propio Josep Vives. La responsabilidad económica y disciplinaria recaería en el FC Barcelona en caso, por ejemplo, de alguna invasión del terreno de juego, la situación más fácilmente imaginable poniéndose en la peor de las posibilidades que se manejan.

Tsunami Democràtic desea que se visualice por las televiones de todo el planeta el ya famoso mensaje Sit and talk, aunque la actualidad política parece dejar la reclamación algo obsoleta a la vista de los últimos anuncios. Aun así, muchos ojos estarán tan pendientes de Messi y Benzema como de la periferia del campo. Por si se produce algún movimiento mínimamente sospechoso.

SOBRE LAS REIVINDICACIONES / En la junta directiva de ayer se expresó la confianza ciega de que incluso el culé más vociferante en el minuto 17 jamás sacrificaría el espectáculo del clásico por unas acciones reivindicativas que considere legítimas pero perniciosas para la entidad que preside Bartomeu. El portavoz exteriorizó esa idea interna al recordar que el Nou Camp es un escenario habituado a las proclamas pacíficas. También señaló una sensación extendida en Barcelona de que «ha habido interés en instalar un relato de alarmismo».

La plasmación del carácter excepcional y raro del encuentro se producirá unas horas antes del pitido inicial, cuando las comitivas de los dos clubs coincidan en el hotel Sofía, del exvicepresidente deportivo Jordi Mestre, y partan por separado pero al mismo tiempo, y firmemente escoltados, hacia el Camp Nou. Se espera un trayecto tan corto como plácido, ya que la calle permanecerá cortada hasta que los autocares con los jugadores y el vehículo de los árbitros hayan alcanzado las catacumbas del Estadi. Llegarán bastante antes de lo usual.

Los dos entrenadores desdramatizaron estos prolegómenos tan cargados. Ernesto Valverde, que no perdería la calma ni aunque se viera en medio de un incendio pavoroso, dijo no temer nada. «Nosotros estamos tranquilos. Cuando el 26 de octubre se produjo la suspensión, queríamos jugar y, ahora, seguimos queriendo jugar. Lo único que queremos es que la gente se exprese libremente, respetando a todos los demás», apostilló el vasco.

UN DETALLE DE NORMALIDAD / Zidane fue más preciso sobre las estridencias alrededor del encuentro. «Al final la gente lo quiere ver es un buen partido de fútbol; lo demás es ruido». La expedición madridista, al final, viajará hoy mismo a Barcelona. Como siempre, el mismo día del encuentro. De los pocos detalles de normalidad. Lo deseable sería que lo extraordinario corriera, también como siempre, a cargo de Messi.