Cuentan que uno de los hombres más ricos del mundo se lo pasó en grande anoche, en el circuito de Losail, en Doha, su país, Qatar. El amo de este inmenso pedazo de desierto y polvo suspendido, donde un día descubrieron petróleo y ahora explotan gas, decidió a última hora, porque alguien le sopló que no se lo podía perder, desplazarse al circuito con sus cuatro hijos e irse a la curva donde tiene un trono inmenso, tal cual, para ver las carreras. El jeque Tamin bin Hamad Al Zani, también conocido como Tamim el glorioso, cuyo retrato está en el 90% de los coches y en el 75% de los edificios de Doha, fue uno de los 32.252 espectadores que anoche disfrutó en vivo y en directo la tremenda carrera de MotoGP, en la que los dos amos del asfalto, que no del país que albergará, dicen, el Mundial del 2022, protagonizaron un final apasionante, idéntico al del año pasado: Andrea Dovizioso (Ducati) manda, Marc Márquez (Honda) no se rinde; Dovi sabe que lleva al diablo pegadito a su colín, que se la jugará, se la juega, il professore resiste y gana; el año pasado, por 27 milésimas de segundo y ayer, por 23, es decir, un puñado de centímetros.

ROSSI // Después de tanto ruido, no han llovido nueces. Como reconoció el propio Márquez: «Hemos estado los mismos de siempre, los mismos del año pasado, Andrea y yo; y eso no es desprecio hacia nadie, es la realidad». Lo cierto es que ellos siguen siendo los jefes y los demás, incluido un portentoso mister domingo, es decir, Valentino Rossi, que se fue a dormir a segundo y medio del podio, y ayer acabó a medio segundo, les van a complicar las carreras, pero el pulso volverá a estar protagonizado por ellos dos.

La carrera fue maravillosa, pero habrá otras mejores. Porque si algo quedó demostrado anoche, en el desafío, en el duelo, en la cita en pleno desierto, entre Andrea y Marc, es que sus dos motos siguen siendo dos cohetes y que la Honda ya corre (352 km/h) como la Desmosedici. Y que a Rossi no hay que jubilarlo nunca.

Que Maverick Viñales, el campeón de invierno, ha de comer muchas sopas todavía para mezclarse en esta lucha, pese a lograr, el sábado, una pole velocísima. Y que Danilo Petrucci, el mosquetero de Dovi, pide guerra. Como la piden esos dos maravillosos y portentosos jóvenes, Àlex Rins y Joan Mir, que ha reclutado Davide Brivio, el que hizo grande a Vale, para la velocísima Suzuki. «¡Da miedo lo que corre esa motocicleta azul!», exclamó al bajarse del podio Cal Crutchlow.

Todos, todos los buenos, se pusieron en fila. Y sí, la fila la comandó, casi siempre, es decir, 18 de las 22 vueltas (incluida la última, la de la foto finish, la decisiva), Andrea Dovizioso. Rins fue el amo en la 8, 9 y 10 y Márquez metió la cabeza en el liderato ¡en el penúltimo giro!, es decir, la 21, antes de tratar de hincarle el diente a Dovi. En esa procesión, a la que al final se añadió el Doctor, siempre mandaron el campeón y el subcampeón de los dos últimos años, que, en efecto, lanzaron elogios hacia los demás cuando se bajaron del podio.