Messi y Cristiano son las estrellas indiscutibles de la última década, pero el mundo no se acaba en ellos. Un pequeño francés, el más bajito de la selección (1,72), solo por detrás de Kanté, está preparado para discutir la supremacía de los dos astros. Antoine Griezmann es el hombre de la Eurocopa, casi un oasis en un torneo con escaso talento en la semifinal puso rumbo hacia la final de París, donde espera seguir los pasos de Michel Platini en 1984 y Zinedine Zidane en 1998, reyes en casa.

La gloria le espera. “Sé que se espera mucho de mí. En el Atlético también es así. Los objetivos son los mismos en el club y en la selección: hacer feliz a la afición y ganar los partidos. Yo no me como la cabeza. Mientras disfrute, todo irá bien”, cuenta.

Griezmann adora el balón y le encanta divertirse sin restricciones. “Para un delantero es importante tener libertad, sentir la confianza del técnico. Necesito ser libre para ser más eficaz”, remarca el punta.

Con la Bota de Oro en el bolsillo, el galo aspira al Balón de Oro del torneo y, quién sabe, al galardón de la FIFA. Si tumba a Cristiano tendría opciones. “Estamos viviendo algo maravilloso pero nos queda lo más importante, la final. Esto no puede detenerse aquí”, dice. H