No se si fue primero el huevo o la gallina. Desconozco el origen de las malas relaciones entre la alcaldesa de Castellón y el presidente del club albinegro. Si nació por culpa de Amparo Marco o por el pronto de Vicente Montesinos, en forma de declaraciones altisonantes en contra del consistorio. Lo cierto es que la estridente falta de sintonía perjudica realmente a ambas partes y denota una ausencia de diálogo y buena voluntad por alcanzar un punto medio de acuerdo.

Me sorprende de parte de la alcaldesa, una persona que siempre ha exhibido una gran capacidad dialogante y se ha tejido a sí misma un talante abierto y de cercanía. Más de lo mismo en la persona de Vicente Montesinos. Llegó al CD Castellón con la casa en ruinas y con un desencanto notorio y ha conseguido la paz social con más de 13.000 abonados en Segunda División B, que no es ni Primera ni tan siquiera Segunda A.

El CD Castellón y el Ayuntamiento deben ir de la mano siempre. Castalia se construyó para ser la casa albinegra. El nuevo estadio llegó por una reivindicación de la ciudadanía, capitaneada por mi admirado Chencho. El «Queremos campo» fue el grito de una generación de albinegros con concentraciones en la plaza Mayor. Castalia es, y será, la casa del CD Castellón, también no lo olvidemos un símbolo de la capital.

Por partes. No oculto mi admiración, públicamente reconocida, por el coraje que le echó en su momento —y no lo olvido— el grupo de Vicente Montesinos. No era fácil el momento en el que llegaron a tomar las riendas del club. Hoy se encuentra en una buena situación económica y social. Lo deportivo es un tema coyuntural que se solucionará y estoy convencido de ello. Montesinos es un presidente con carácter que defiende a muerte a su club. Lo ha demostrado, lo demuestra y creo que lo demostrará mientras José Miguel Garrido, propietario no lo olvidemos, le deje. Ahora pienso que el Castellón está en buenas manos. Eso no es óbice para que considere que Montesinos deba ser más prudente y moderado, como el cargo que representa actualmente requiere. Pero ejerce con fuerza de líder y sabe lo que quiere.

Pienso que el dinero público no debe estar al servicio del deporte profesional porque el Ayuntamiento, en este caso, es de todos los castellonenses y, aunque el CD Castellón es idolatrado por muchos de ellos, también es cierto que existen otros a los que el fútbol ni les va ni les viene. Por tanto, nuestros impuestos deben estar al servicio de todos. Aquellos tiempos en que clubs como el Valencia, Elche o Hércules se llevaron tantos y tantos millones han pasado a la historia. Vivimos épocas muy diferentes.

Esa es la filosofía, entre otras, que mueve a la alcaldesa de Castellón a defender una postura bastante belicosa con el club albinegro y a no tragar con las peticiones de Montesinos. Además de interpretar cierta desconfianza ante el nuevo propietario. Es su postura y la respeto.

No obstante, me parece un tanto exagerado solicitar un canon de uso y mantenimiento. Entre otras cuestiones, porque Castalia es de propiedad municipal y debe ser el dueño quien se encargue de tener la instalación en buen estado. Y el estadio no ha visto ninguna obra de acondicionamiento y puesta a punto desde hace años. En ese tema se equivoca la alcaldesa y el equipo de gobierno.

Luego creo que con buena voluntad se puede ayudar de muchas formas al CD Castellón, que pese a ser un club semiprofesional todavía milita en una categoría que no está encuadrada bajo el mano de la Liga de Fútbol Profesional. Y es beneficio económico, y prestigio para una ciudad, contar con un equipo de fútbol en Primera o en Segunda División A. Dinero directo e indirecto. Por ello, es obligado tender la mano a la entidad albinegra y olvidarse de una guerra absurda por cuestiones que absolutamente nada tienen que ver con los asuntos que rigen la mesa de negociación. Para ello hace falta cintura política y tener altas miras, por ambas partes, además de saber que el CD Castellón es un patrimonio sentimental de la capital.

Si la alcaldesa y el presidente del CD Castellón no son capaces de sentarse en una mesa y alcanzar un acuerdo por algo tan sencillo, algo no estamos haciendo muy bien. Las cuestiones se arreglan dialogando, con las palabras y los argumentos, y no con malos gestos, desagravios o utilizando el altavoz mediático. Tanto Amparo Marco, y su equipo de gobierno, como Vicente Montesinos tienen que guardarse su orgullo, ahora toca pensar en las entidades a las que representan. No es tan complicado. Para mí, tanto una parte, como la otra, no andan actuando en la senda correcta.

jlizarraga@epmediterraneo.com