Llamaba Messi desde el mismo césped del Camp Nou a su sobrino Agustín para anunciarle que había vuelto a firmar un gol messiánico. Otro más. Uno de tantos, instalada la estrella desde hace más de una década en la rutina de la genialidad, capaz, además, de protagonizar permanentes reinvenciones tácticas. Primero, extremo; luego, falso delantero centro; después, falso extremo; y ahora, tras la aparición del 3-4-3 de Luis Enrique, viviendo en la punta del rombo. Llamaba Leo a su sobrino, aunque, en realidad, llamaba a la utopía. Con Messi, todo es posible. Hasta superar un 4-0 en la Liga de Campeones, algo que no ha conseguido nadie.

Con el anuncio de Luis Enrique de irse, no solo se ha liberado el técnico sino también el equipo. A Bartomeu no hace falta que le haga ningún gesto de llamada. Sabe el presidente, sumergido en pleno proceso de esa compleja renovación de la estrella (acaba contrato el 30 de junio del 2018), que si el Barça puede firmar el miércoles la epopeya de eliminar al París SG pasa por los pies de Messi, un jugador que se ha reconstruido en las tres últimas semanas. Reconstrucción anímica (ni rastro ya de aquel Leo triste y abatido que se fue irritado tras marcar el penalti del 2-1 al Leganés) y, sobre todo, táctica.

«MESSI ES UN ALIEN» // De nuevo, el Barça ha encontrado, como reconoció Luis Enrique, atajos para conectar con la estrella. Cuando él gobierna el balón, arropado por el 3-4-3, todo resulta más sencillo. «Fijamos más jugadores en su línea defensiva, tenemos mejor salida del balón y conectamos mucho más con Leo», dijo el asturiano, feliz porque «los entrenadores no sepan» lo que van a hacer. Sorprendió a Simeone y luego también a Berizzo. «La posición de Messi nos obligó a jugar con tres centrales y eso nos restó eficacia. La táctica no lo explica todo. El talento de Messi en los dos goles marca la diferencia», reconoció el técnico del Celta.

Marcó Messi dos tantos espectaculares y regaló luego dos asistencias: dulce a Neymar y venenosa a Umtiti. «Messi es un alien, cuando se pone así no hay manera», dijo Guidetti. Y el alien ha cogido el teléfono de la esperanza.

EL OTRO SOCIO // El Barça necesita goles, muchos goles, el miércoles, y Neymar responde a la necesidad del equipo en el momento crucial. Poco había producido a lo largo de la Liga (cinco tantos en la primera vuelta), pero el brasileño se está poniendo al día con sus ilustres compañeros de la delantera: lleva tres en los últimos cinco encuentros. Los mismos que Suárez, la mitad, eso sí, que Messi. Faltan goles en la Champions y Neymar atenderá a la llamada. Sobre todo, si procede de Messi, el más ejemplar de todos a la hora de asumir la responsabilidad. «El miércoles haremos un partidazo», dijo el astro brasileño tras la simbólica mano de goles al Celta, por lo que tuvo de respuesta a la amarga derrota de la primera vuelta y lo que tuvo de advertencia al PSG a Unai.

Los culés han recuperado la ilusión ante lo que parece una quimérica remontada gracias, básicamente, a la reacción del equipo tras el desastre de París (4-0). Cuatro victorias ha encadenado el Barça, que ha ido elevando cuantitativa y cualitativamente sus prestaciones. El 5-0 del sábado sugiere que el equipo está listo para la gesta. «Contra el PSG correremos, lucharemos y después ya veremos qué pasará», promete Neymar, autor de un delicioso gol el sábado. La finura técnica que se advierte en su fútbol de regate y desborde se plasmó en la lenta vaselina que dibujó sobre Sergio. Era el duodécimo gol de Neymar, la mitad de los que llevaba en la anterior campaña (23) a estas alturas. «Es mi mejor temporada en el Barça a nivel individual», afirmó, indiferente a la estadística. Tal vez valore más las 17 asistencias que ha dado.