A Froome no le hizo ninguna gracia lo sucedido el domingo en Formigal. ¿Dónde estaba ese Sky incuestionable y hasta tirano que convirtió el Tour en una dictadura del jersey amarillo? Y menos, aún, que algunos corredores de su equipo, como el vizcaíno David López, encima, se quejaran del recorrido. “El pelotón está harto de muros y quiere que se termine la Vuelta”, afirmó, enfadado, el gregario de Froome, en el Mas de la Costa. Al día siguiente, el británico, envió un mensaje a través de twitter. Y en castellano: “Quiero a la Vuelta”. Fin de las quejas.

Tampoco hay que olvidar la reprimenda de Froome a sus compañeros, en la jornada de descanso del martes, cuando afirmó que ninguno debió ser repescado al entrar fuera de control. El jurado, “por la buena imagen del ciclismo”, calificó a 91 corredores a los que el empuje de Contador había dejado fuera de control. Sin embargo, ese día sucedieron cosas extrañas en el grupo de cola, en el autobús como se le conoce en este mundo. Los corredores que pedían más ritmo para salvar el control, recibían una reprimenda. Y los del Sky fueron los últimos en cruzar la meta, como si la Vuelta no fuera con ellos. H