El plan anti-Madrid de Fran Escribá funcionó ayer a la perfección. El Villarreal fue mucho más pragmático y menos brillante, pero logró apagar a todo un campeón de Europa en su propio estadio y delante de su afición. Para arrancar puntos en el Santiago Bernabéu no se pueden cometer errores, hay que hilar muy fino y ofrecer un alto nivel de concentración durante los noventa y tantos minutos que dura el partido, porque en el coliseo merengue los partidos se hacen eternos hasta el último suspiro y, además, hay que contar con un árbitro valiente e imparcial como anoche fue González González.

Y, por supuesto, hay que sufrir un poco, como sucedió ayer en el asedio final, más con el corazón que con argumentos sólidos, del equipo de Zidane. En realidad se sufrió menos de lo que el rugir del Bernabéu y el bombeo constante de balones al final pudo parecer. El Villarreal fue ayer un equipo muy fiable y sólido, recuperando esa cara que le ha hecho tremendamente competitivo.

No salir de vacío del estadio del Real Madrid no está a la altura de todos. El Submarino continúa invicto y con paso firme, mientras completa etapas para acoplar bien sus piezas. De momento, nueve de 15 puntos. Pinta bien.

El técnico amarillo optó por mantener las estructura del equipo respecto a la Liga. Solo tres cambios con la entrada en el once de Jonathan dos Santos, Cheryshev y José Ángel. El dibujo táctico fue diferente con una apuesta por fortificar la parcela ancha con cinco centrocampistas, ubicando a Bruno por delante de la defensa y dejando a Nicola Sansone como el futbolista más adelantado, con Samu Castillejo y Cheryshev más abiertos a bandas, con una distribución que esbozaba un 4-1-4-1.

Los amarillos jugaron con las líneas más juntas y dejando menos espacios a la espalda de su defensa, porque los merengues no tenían facilidad para mover el balón con comodidad. El Real Madrid cayó presa del cloroformo que Fran Escribá distribuyó en la parcela ancha y los de Zidane jugaban a un ritmo cansino, enredados en la tupida y bien diseñada red de coberturas y asfixia a la posesión del balón madridista.

EL PRIMER AVISO // El Submarino funcionaba bien colectivamente y todavía tenía arrestos para lanzar salidas rápidas para sorprender a un Madrid muy espeso. En el Santiago Bernabéu se escuchaba un murmullo de descontento ante lo poco que ofrecía su equipo. Un exmadridista, Denis Cheryshev, dio el primer susto con un tiro que Kiko Casilla pudo desviar con bastantes apuros.