No voy a inventar yo el fútbol sobre jugar bien al fútbol. Al fin y al cabo, todo deporte es resultadista, y lo que queda es el marcador final, no como lo consigues. Vamos, algo parecido a la buena y la mala educación.

El Almazora ganó el miércoles en Castalia con una barraca y perdiendo todo el tiempo posible, hasta que, en un descuento largo (paradójicamente, le benefició, cuando había sido responsable de que el partido estuviese parado constantemente), marcó. Vale que no fue atractivo para el espectador, pero jugó sus armas y le salió bien. Y es perfectamente lícito, si el árbitro lo considera así. El Castellón no supo contrarrestarlo, el mismo Castellón que presume de tener la mejor plantilla (o una de ellas) de Tercera. Igual que no supo contrarrestar los condicionantes de Paterna (equipo físico, preocupado por destruir, amparado por un campo en malas condiciones) y, ayer, tampoco en Crevillente, en un partido cortado por un patrón similar. Una vez puede pasar, dos ya mosquea y la tercera...

Me preocupa que los albinegros, frente a cinco adversarios en teoría ajenos a la lucha por los play-off, solo hayan conseguido ocho puntos. Y tratando de alejarse un poco de esa sombra del resultadismo, que las sensaciones hayan estado acorde a lo discreto de los marcadores. Salvo en la primera parte frente al Buñol, no se ha visto aún al Castellón que todos queremos. El calendario se torna sombrío, al igual que el reguero de lesiones.