Ayer a las 15.52 hora local, Roger Federer fue entronizado como Roger VIII de Wimbledon tras conquistar su octavo título y aumentar su leyenda, convirtiéndose en el primer tenista de la centenaria historia de ese escenario mágico que lo logra, superando al estadounidense Pete Sampras y al legendario británico William Renshaw, que lo consiguió hace casi un siglo y medio, cuando este deporte empezaba a jugarse en los campos ingleses para pasar el verano.

Federer logró el récord de récords al vencer al croata Marin Cilic por 6-3, 6-1 y 6-4, en una hora y 41 minutos y sin la épica que merecía su triunfo. Su rival no pudo plantarle cara por culpa de unas ampollas en los pies que arrastraba desde las semifinales del viernes. Con 6-3 y 3-0 en contra, el gigante croata (1,98 metros) se sentó en su silla sin poder evitar las lágrimas ante su impotencia física. Solo siguió en la pista para no destrozar una fiesta en la que era el malo de la película.

«Jugar con una lesión es muy cruel. Eres un héroe», le dijo Federer al final del partido. Nadie le iba a desmerecer su retorno triunfal a Wimbledon, donde no ganaba desde el 2012. Cinco años de espera y derrotas para recuperar el título a los 35 años y 343 días, el campeón de más edad del torneo. Y lo hizo como nunca. Sin perder un set en toda la competición, un tal Bjorn Borg fue el último en conseguir la proeza.

ganador júnior // El malagueño de 18 años y padres rusos Alejandro Davidovich se convirtió ayer en el primer español en 50 años que gana el título júnior de Wimbledon --en 1967 lo hizo Manuel Orantes--, al vencer por 7-6 (2) y 6-3 en una hora y 25 minutos al argentino Axel Geller.