Con 2,21 metros de altura, era, con diferencia, el pívot más alto de su generación. Su desgarbada silueta, junto con sus negros y largos bigotes de herradura, descollaban en un océano de brazos que pugnaban por hacerse con la pelota. Sus tapones conseguían frenar las incursiones de bases que asentaban su juego en la agilidad y la velocidad, como el yugoslavo Drazen Petrovic. En el rebote, nadie rivalizaba con él. Hoy, Vladímir Tkachenko, el mítico jugador soviético que ayudó a la selección nacional de la URSS a conquistar en dos ocasiones la medalla de bronce olímpica (1976 y 1980), observa con tristeza la sacudida que está provocando en el deporte de su país el aluvión de acusaciones de dopaje.

"Hay gente que no está limpia”, admite, en una conversación con EL PERIÓDICO. Pero a la vez, el gigante exbaloncestista exhorta a las autoridades del deporte internacional a que no hagan pagar justos por pecadores, que un veto colectivo a los atletas sería “inmerecido”. “Hay gente limpia que se está entrenando”, recuerda.

El 17 de junio, la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF, por su siglas en inglés) presidida por el británico Sebastian Coe, se enfrentará a la más trascendental decisión de su historia. Tras suspender al equipo ruso en noviembre, el consejo de la IAAF valorará si el país ha hecho suficientes progresos como para permitir la readmisión de los atletas rusos en las competiciones internacionales, con la vista puesta en los Juegos de Río de Janeiro. Rusia, con sus 144 millones de habitantes, ha sido tradicionalmente una de las potencias en este deporte, a la par que EEUU o China. Las autoridades rusas del atletismo aseguran que han hecho los deberes, vetando por ley la participación en los Juegos a todo deportista que haya tomado sustancias ilegales, renovando por completo a la cúpula de la Federación de Atletismo (ARAF) y permitiendo a la agencia británica antidopaje (UKAD) realizar los exámenes médicos.

CASCADA DE ESCÁNDALOS

Pero la cascada de escándalos que ha afrontado el deporte ruso desde la publicación de las primeras acusaciones, en noviembre, pesará como una losa en los ánimos de quienes emitan el veredicto final. En el periodo transcurrido, decenas de deportistas rusos, entre ellos nombres tan afamados como la tenista Maria Sharápova, ganadora de cinco Grand Slam, y la nadadora Yulia Efimova, cuatro veces campeona del mundo en braza, han dado positivo en Meldonium, una sustancia de reciente inclusión en la lista de productos prohibidos.

Además, se acaba de saber que muchos de los deportistas que obtuvieron medalla en los Juegos Olímpicos de Londres 2012 y Pekín 2008 y que han sido desposeídos de sus trofeos por dar positivos en segundos controles con muestras tomadas entonces y realizadas con métodos actualizados (22) son rusos. Por último, las acusaciones de Grigori Rodchenkov, antiguo director del laboratorio ruso antidoping entre el 2005 y el 2015, y difundidas en ‘The New York Times’, quien aseguró que durante los Juegos Olímpicos de invierno en Sochi, y con la ayuda de los servicios secretos (FSB, exKGB), más de 100 muestras de orina con trazas de sustancias vetadas fueron reemplazadas durante la noche por otras ‘limpias’ recogidas meses antes, han acabado por arruinar la reputación del deporte ruso. Gracias a esa supuesta colaboración con el FSB, deportistas como Aleksándr Zubkov, con dos medallas de oro en bobsleigh, y Aleksándr Legkov, también oro en esquí de fondo, pudieron competir en Sochi dopados. Dos de los excolegas de Rodchenkov murieron en febrero, aparentemente por causas naturales, y el propio Rodchenkov asegura que teme por su vida.

Entretanto, los deportistas rusos continúan entrenándose bajo una enorme presión. Maria Deyeva, presentadora en la emisora ‘Radio Sport’, asegura por teléfono que existe “mucha preocupación” entre los atletas, y que para muchos es “muy difícil” prepararse en estas condiciones. En juego está el ser o no ser deportivo de Rusia. Según Deyeva, en la ciudad brasileña, su país podría perder el estatus de superpotencia deportiva, ya que “no serán necesariamente los mejores” quienes le representarán.