El Villarreal mantiene su paso firme en LaLiga. Nadie se acuerda ya de la triste noche de Anduva. No hay mejor diván en el fútbol que ganar y ganar, y si es con buen juego todavía luce más el triunfo. La victoria de ayer catapulta al equipo de Calleja a puestos europeos y confirma la excelente trayectoria a la que ni siquiera el borrón de Miranda puede restar brillo.

Ni tampoco los casi cinco minutos de angustiosa y desesperante espera en los que el VAR ralentizó la celebración y la validación del segundo gol del Submarino minimizaron la brillantez de los tres puntos que sumó el Submarino ante el Levante. Un tiempo demasiado largo y que invita a la reflexión sobre la extrema lentitud para tomar una decisión en una jugada como la posición dudosa de Gerard en el tanto de Moi.

Calleja ha encontrado una forma eficaz de plasmar su idea y la versión ofrecida ayer se acerca mucho a la fórmula perfecta para que los groguets regresen a Europa. Ese es el camino. No hay otro, aunque con tanto talento y calidad como posee este Villarreal es mucho más fácil renovar el pasaporte europeo. Las leyes de la electrofísica dicen que si juntas un polo positivo con uno negativo, ambos se atraen. La versión balompédica apunta que si juntas la magia de Cazorla con la calidad innata de Trigueros solo puedes obtener imaginación y fútbol en estado puro. Calleja se apuntó a este postulado y sigue apostando por la conexión astur-talaverana que le ha conferido al Villarreal un estilo especial y un juego dominante y vertical. Ante el Levante, se unió a estas cualidades la velocidad. El Submarino movió mucho más rápido el balón y sus transiciones en ataque ganaron en celeridad. Por momentos, los amarillos transmitieron una sensación de superioridad sobre los granota que asustaba al mismo equipo de Paco López.

LA FÓRMULA DEL ÉXITO / Trigueros y Cazorla son una mina de oro si juegas de delantero a su lado. Y un verdadero lujo si coleccionas su calidad suprema con dos puntas como Paco Alcácer y Gerard Moreno. El termostato a todo esto lo pone Vicente Iborra y el trabajo, no exento de calidad también, de Moi Gómez, unido a las sensación de gran seguridad y sobriedad de la defensa amarilla, en la que el técnico volvió a ubicar a Rubén Peña, por cierto con un gran rendimiento del abulense, en el lateral izquierdo.

El Villarreal comenzó el partido a velocidad de fórmula uno y esa rapidez también se contagió al marcador. Cazorla comenzó la jugada con un pase a la espalda de la zaga granota, Alcácer recogió el balón y se lo entregó a Gerard, quien entraba desde atrás. El 7 recortó en el área y con su pierna izquierda amagó un tiro al palo contrario que batió a Aitor Fernández. ¡Que fácil hizo lo difícil! Un golazo de delantero top como es Gerard, quien sigue postulándose para que Luis Enrique mantenga la confianza que Robert Moreno otorgó al barcelonés, que anotaba su 10º gol en LaLiga.

El Villarreal mantuvo su ritmo de juego y el dominio ofreciendo sensación de peligro y también de buscar el 2-0 para confirmar un resultado que con tan escasa renta siempre camina en el alambre. Y lo curioso fue que en plena fase de dominio groguet el Levante perdonó el empate en un mano a mano de Roger, solo, contra Asenjo que envió fuera cuando la opción del gol era más factible. El Submarino se gustaba a sí mismo y agradaba su fútbol preciso y vertiginoso siempre mirando a la puerta de Aitor, pero el Levante logró alcanzar el descanso con ese exiguo gol en contra que el dejaba vivo para afrontar la segunda parte.

El regreso de vestuarios llegó con la sustitución de Iborra por Anguissa. Pieza por pieza. El retrato robot del partido mantenía su fisonomía. Hasta que el Levante volvió a explotar ese segundo palo maldito para los amarillos, mal vigilado una vez más, y que concluyó con un remate de Mayoral después de un centro raso que superó a toda la zaga amarilla.

REACCIÓN ‘GROGUETA’ y el var / Pero el Villarreal seguía jugando a un nivel muy alto. El balón se movía a velocidad 5G, ejecutando Trigueros y Cazorla todas las maniobras en ataque de un Submarino brillante y ambicioso que recibió con tranquilidad el palo del empate y se volcó por poner nuevamente tierra de por medio con un rival que nunca se encerró en su campo y dispensó un trato de tú a tú a los amarillos.

Y el 2-1 llegó cinco minutos después aunque la celebración del tanto tuviera que esperar casi cinco minutos más. El tiempo que tardó el VAR en dictaminar que la posición de Gerard Moreno era correcta al salir del área, ejecutar un desmarque de apoyo para recibir el balón y dárselo a Moi Gómez, quien conectó un tiro ajustado al poste desde la frontal del área que superó al guardameta del Levante. El fútbol vive un guión de suspense de Hitchcock cada partido y cada vez que se marca un gol, pero lo de ayer en La Cerámica batió un récord en LaLiga, con casi cinco minutos de deliberación para tirar esa línea de compás que validaba la posición de Gerard previa a la ejecución del gol. El videorbitraje es una buena herramienta pero a este paso está convirtiendo el fútbol en un deporte que anestesia las emociones y pervierte el espectáculo en favor de un monitor de televisión.

La mejor virtud del Villarreal de Calleja fue el inconformismo. Ni el 2-1 hizo que recularan los amarillos, aunque, eso sí, han aprendido a mostrarse más cautos en defensa. Pese a ello, el Levante también dejó constancia de que lo suyo no es especular y amparado en el apretado marcador le dio un toque de incertidumbre a los instantes postreros, aunque este equipo de Calleja ha aprendido de errores pasados y apenas dio opciones de que los tres puntos se marcharan de Vila-real. El Villarreal dormirá en Europa al término de la jornada, por la suspensión del Eibar-Real Sociedad, aunque lo verdaderamente importante es seguir ganando y mantener la buena racha en LaLiga.