El Villarreal CF continúa su remontada hacia la zona noble de la clasificación. Los amarillos sumaron su tercer triunfo de prestigio ante un rival de la parte alta y la Real Sociedad también hincó la rodilla como antes lo hicieron Sevilla y Getafe. El Submarino volvió a lucir gen competitivo y demostró que ha aprendido de sus errores de antaño.

Javi Calleja mantuvo el once que tan buenos resultados le ha dado y acertó de pleno con los movimientos que ordenó desde el banquillo en la segunda parte, protagonizando una remontada que le acerca a Europa. Pero lo más importante, confirma la progresión de este nuevo Villarreal que se inició en Mestalla. Ahora va lanzado y con paso firme.

No empezaron bien los amarillos en Anoeta. El equipo de Calleja no estuvo cómodo, alejado del balón y asfixiado por la alta presión de la Real. El primer axioma de la filosofía de Calleja, la salida del juego desde la línea defensiva, fue anulado por los donostiarras, que ahogaron la elaboración e impidieron que los amarillos desplegasen el fútbol que les gusta y al que están habituados.

El equipo txuri-urdin empezó a un ritmo muy alto y se hizo con el control del partido desde el minuto 1. Ya no era un problema de deméritos del Villarreal, que también en parte, sino de la intensidad y frescura en un grupo bien dirigido por un genial y lúcido Odegaard, un noruego que le ha transmitido una personalidad especial a la Real Sociedad.

SIN IDEAS / El Submarino tardó mucho en darse cuenta de que su juego debía mutarse ante la imposibilidad de elaborar desde atrás para intentar alcanzar el área rival. Las transiciones debían ser más rápidas y al Villarreal le faltaba fútbol, puesto que solo Trigueros parecía con las ideas claras para buscar el agujero para buscar la velocidad de Chukwueze, demasiado espeso, o el oportunismo de Gerard. Calleja dio continuidad al once que venció al Sevilla y Getafe, dejando a Cazorla a la espera de una oportunidad en la segunda parte.

La Real apuntaba peligro cada vez que explotaba el carril izquierdo del Submarino, con Portu generando muchos problemas a Quintillà. Después de varios avisos, fue precisamente el jugador formado en la cantera del Valencia quien, en una de esas incursiones, sirvió un centro al punto de penalti que fue rematado de forma precisa por Willian José fuera del alcance de Asenjo.

El Villarreal fue quitándose poco a poco el dominio de encima y comenzó a llegar con cierto peligro, aunque con escasa determinación en el remate final. El partido no estaba defraudando las expectativas generadas por dos equipos con mucha calidad y vocación por el juego bonito, jugando a buen ritmo y con gran intensidad por los dos bandos. La última ocasión del primer tiempo la tuvo Odegaard con un tiro desde 20 metros que se marchó fuera por centímetros.

La gran virtud del Villarreal fue que, pese a ser superado en algunas fases del primer tiempo por los donostiarras, nunca perdieron el sitio y mantuvieron una buena línea competitiva. Seguían vivos y eso era un plus.

El equipo de Calleja empezaba a ganar terreno a la vez que los donostiarras mostraban los primeros síntomas de debilidad. El Villarreal comenzó a elaborar transiciones más rápidas y a hacer daño con espacios por delante, donde la velocidad de Chukwueze se convertía en determinante. Trigueros, el mejor jugador sobre el campo, iluminó el desmarque del nigeriano, que se plantó en el área donostiarra donde fue arrollado por Zubeldia en un claro penalti que fue señalado sin dudar por el árbitro y ratificado por el VAR, aunque el colegiado le perdonó la segunda amarilla al defensa vasco en un grave error. Manu Trigueros transformó la pena máxima y equilibraba el marcador.

MÁXIMA DECISIÓN / El partido estaba más abierto que nunca con los dos equipos lanzados a por el triunfo e inconformistas con el empate. Calleja leyó muy bien el partido e introdujo dos cambios que reactivaron al Villarreal en ataque y le mejoraron en defensa. La entrada de Cazorla le dio más profundidad, imaginación y verticalidad al Submarino, mientras que Alberto Moreno transmitió mas solvencia en el lateral zurdo, uno de los puntos débiles en Anoeta.

Comenzó el intercambio de golpes. Merino sacó chispas del travesaño de la portería de Asenjo en un trallazo desde 25 metros. Entonces los amarillos no se arrugaron y se fueron a por el encuentro.

LA MAGIA DE CAZORLA / Cazorla sacó la varita mágica y superó la salida de la zaga donostiarra al marcar la línea del fuera de juego, quedándose solo ante Remiro y batiéndole de un tiro cruzado. El 1-2 tardó dos minutos en subir al marcador, el tiempo que tardaron los compases del VAR en trazar las rayas que demostraron la posición legal del centrocampista asturiano por cuestión de milímetros en un ejercicio de trigonometría avanzada. El Villarreal había recibido el premio a su constancia y había demostrado que posee un potencial inmenso en ataque.

El Submarino ha aprendido la lección de tantos partidos que se escurrieron por el desagüe cuando parecían ganados. Este equipo ha ganado en competitividad en el último mes y ayer supo aguantar la ventaja en el marcador hasta el final, incluidos los siete minutos de descuento que se dieron en Anoeta.

De este modo, el Villarreal sumó su tercera victoria consecutiva ante un equipo de la zona noble de la clasificación de LaLiga como es la Real Sociedad, después de cargarse al Sevilla y Getafe en las últimas jornadas del 2019. Continúa la escalada y ahora toca pensar en la Copa del Rey y en ganar al Orihuela para estar en la siguiente ronda.