Si hay algo meridianamente claro del debate a cuatro entre los principales candidatos a la presidencia del Gobierno es que, a día de hoy, estamos más cerca de unas terceras elecciones consecutivas que de llegar a acuerdos a partir del 27 de junio, en lo que será otro escenario político muy fragmentado y necesitado de pactos y altura de miras para gobernar. Todos contra todos. Este ha sido el titular principal de Mediterráneo en su portada de ayer y resume a la perfección lo que fue el debate entre los cuatro grandes.

Y lo que está también claro es que estamos asistiendo a una campaña anormal por inédita, al tratarse de las segundas elecciones generales en seis meses. Por eso mismo, por la repetición de los comicios, y por cómo apuntan las encuestas, más bien estaríamos hablando de una suerte de segunda vuelta, sin necesidad de la tan cacareada reforma de la ley electoral. Una segunda vuelta, a elegir entre el PP de Mariano Rajoy o el cada vez menos emergente Podemos (entre nosotros A la Valenciana) de Pablo Iglesias. Un debate que para sorpresa de muchos se ha colado en Castellón al subrayar el CIS un posible sorpasso de A la Valenciana al PP. Y así lo entienden Javier Moliner y el candidato Miguel Barrachina, quienes focalizan su estrategia y sus mensajes en demonizar a Podemos-Compromís (la base de A la Valenciana). Y también la lideresa popular, Isabel Bonig, que ahora ve más rival a Mónica Oltra que al president Ximo Puig cara a las autonómicas del 2019.

Mientras tanto, si el electorado no lo remedia, el PSPV-PSOE está situado en un discreto tercer plano. H