Santiago Abascal lanzó su una última arenga a los suyos con las expectastivas puestas en superar a Ciudadanos. «El 28 de abril nos jugamos el pacto de la traición o una alternativa patriótica», avisó el líder ultra, contraponiendo la «España viva» a lo que llama «la anti-España». El candidato jaleó a los asisentes, miles, sin desfallecer en sus gritos patrióticos. Repitió los grandes éxitos que lo han llevado en volandas durante estas semanas: contra la «dictadura progre», «las hordas separatistas» o el «feminismo supremacista», para echar de Moncloa a «traidores sin escrúpulos» y «defender la unidad». No se olvidó de cargar contra el «multiculturalismo de la inmigración masiva», de quienes llegan «dando una patada en la puerta». Fue uno de los momentos más aplaudidos. Para compensar, le abrió los brazos al pueblo hispano y a la inmigración de «Venezuela».

Para rematar, un recuerdo a la «derechita cobarde», el PP, y «la veleta naranja», Ciudadanos, Santiago Abascal se dio otro baño de masas y banderas, cual estrella de rock, escoltado y con fans que apenas superaban la mayoría de edad. Eufóricas. Todo después de que seguridad desalojara del escenario a activistas de Femen. Así cerró Vox, con el anhelo de sorpassar a Cs.

Pronostican que Vox ganará en Ceuta (se reparte un escaño allí) y quedará segundo en Andalucía y la Comunidad de Madrid (detrás del PSOE y el Partido Popular respectivamente). Confían en conseguir notables resultados en la Comunitat Valenciana, Murcia y Castilla La Mancha.

Esperan buena cosecha, pero en menor medida, en Aragón, Extremadura y Castilla y León. En cuanto a Cataluña, auguran que tendrán varios parlamentarios por Barcelona -menos de dos lo ven fracaso- y al menos uno por la provincia de Tarragona.

Admiten casi no tener arraigo en Gerona y sueñan con un diputado por Lérida. Euskadi, Cantabria, Asturias y Galicia son terreno menos abonado para los ultraderechistas.