Las elecciones municipales del pasado domingo dibujan una provincia dual, con un interior en el que el PP resiste y se hace fuerte pese al mal resultado global y un PSPV que crece y construye su hegemonía fundamentalmente gracias a un importante incremento de votos en las once ciudades de la provincia que tienen más de 10.000 habitantes.

El partido que dirige Miguel Barrachina perdió el 26-M un total de 14.173 votos con respecto a las locales del 2015 (entonces le apoyaron 96.362 personas y en esta ocasión 82.189). No obstante, ese desgaste es especialmente acusado en esos municipios más grandes, donde los populares se dejan 10.830 votos. Es decir, que tres de cada cuatro papeletas que dejaron de dar su respaldo a la formación conservadora proceden de la capital, Vila-real, Burriana, la Vall d’Uixó, Vinaròs, Almassora, Benicarló, Nules y l’Alcora. Solo en Benicàssim y Onda el PP sumó votos con respecto a los comicios pasados.

Al PSPV-PSOE le ocurre justo lo contrario, pues cimenta su buen resultado electoral (en el total de la provincia obtuvo el 37% de los votos) en un crecimiento en los núcleos más poblados. Especialmente importante es su ascenso en Castelló, donde pasa de los 16.816 sufragios obtenidos el 2015 a los 25.550 del domingo. Un aumento que permitió a la lista de Amparo Marco pasar de siete a diez concejales.

CRECIMIENTO SOCIALISTA

Para los socialistas, Vila-real es la excepción, pues es el único municipio en el que pierde apoyos, aunque sean apenas 318 y el punto de partida ya fuera una mayoría absoluta ahora consolidada. En el resto de las poblaciones importantes el partido que lidera Ximo Puig se dispara. Especialmente significativos son los caso de Benicarló, con 1.843 votos más que posibilitaron la mayoría absoluta de Xaro Miralles, y de Burriana, donde Maria Josep Safont obtuvo el apoyo de 1.755 personas más que el 2015 y se quedó a las puertas de gobernar en solitario.

En total, los socialistas obtuvieron el pasado domingo 103.075 sufragios, lo que supone situarse en unos niveles similares a los que esta formación lograba antes de la fragmentación política. Así, el PSPV-PSOE obtiene prácticamente el mismo resultado que en las municipales del 2007, con la diferencia de que en aquel momento el bipartidismo estaba todavía plenamente consolidado en Castellón y Compromís estaba aún muy lejos de su posición actual en el tablero político.

UN BOTÍN MERITORIO

En aquella cita, la coalición valencianista recibió en la provincia el apoyo de 15.731 ciudadanos, muy por debajo de los 29.533 del 26-M que ahora se considera un mal resultado. Además, la abstención también fue menor, lo que da mayor mérito al botín que el PSPV cosechó el domingo.

En cuanto a Compromís, si hay una buena noticia es que la pérdida de 6.687 votos respecto al 2015 le sitúa todavía lejos de su suelo electoral, con lo que pese a este mal resultado parece haber consolidado un cuerpo de aceptación de más de 25.000 votos en la provincia. No obstante, también se detectan fugas de voto en localidades más grandes que se tradujeron en la pérdida de concejales en Castelló, Vila-real, Burriana, la Vall o Vinaròs.

Con todo, ese resultado permite a los valencianistas situarse terceros en votos al adelantar a Ciudadanos que se estanca y obtiene 135 votos menos. No obstante, prácticamente pierde la mitad de los apoyos si se comparan los resultados del domingo con las autonómicas del 28-A. Podem, con 11.476 apoyos, va a la baja y se queda casi sin representatividad, mientras que Vox irrumpe en cinco municipios.