Después del golpe de mano de la diestra del PSOE tras la negativa de Pedro Sánchez a pactar con el Partido Popular y con las más que menos ocultas amenazas de Felipe González, maestro de puertas giratorias y garganta profunda de los poderes fácticos en España, ¿alguien duda de que exista una trama civil tras esta burda manipulación interesada? A todos los que desde dentro y fuera del partido se les llena la boca con la defensa a ultranza de la nación les haría las siguientes preguntas: ¿a qué España defienden? ¿A la de la banca española que no devolverá el rescate multimillonario que pagaremos todos los ciudadanos? ¿A la de la gran patronal que aumenta sus beneficios gracias a las leyes conservadoras? ¿Al Gobierno que recorta en derechos, coacciona nuestras libertades, penaliza las urnas y mantiene a los corruptos?

Es posible que el ideario socialista visto desde la proa de un yate se vea diferente, y que los derechos laborales puedan sentar mal a una antigua ministra con deseos de nueva cartera. También entenderíamos la excitación comedida y triste de una presidenta autonómica con ansias de liderazgo nacional, pero aunque todas estas emociones son comprensibles, no por ello han de ser sinónimas de socialismo. Los militantes y electores del PSOE, en su gran mayoría trabajadores, no creo que quieran abstenerse en pro de la corrupción, de las políticas neoliberales y del favoritismo a las grandes corporaciones. Para ellos, los socialistas honestos, tal vez esa España no sea la suya. H

Manel Pablo