“Creo que despues de esto, la frase ‘ya quedaremos’ se convertirá en un ‘a qué hora nos vemos mañana’, y que cuando podamos salir a la calle y reunirnos valoraremos más la compañía de las personas que nos importan. Quiero pensar que seremos menos egoístas y mostraremos más empatía por los demás y creo que ocurrirá lo mismo profesionalmente hablando”, asegura Octavio Roig, encargado de la planta de tratamiento de residuos sólidos urbanos de Reciplasa en Onda. Desde la puesta en marcha del estado de alarma, Roig trabaja a turnos de mañana y noche con sus guantes de látex, EPIs de protección de boca, nariz y ojos, para así evitar la exposición directa al covid-19 en la medida de lo posible, ya que vive con sus padres, ambos con patologías médicas de riesgo. Así que su mayor preocupación es desinfectarse cada vez que entra en casa para minimizar la posibilidad de que se puedan contagiar. En este sentido, hace una mención especial hacia sus compañeros, “que demuestran día a día una gran profesionalidad incluso siendo insultados por algunos de sus vecinos por venir a prestar un servicio necesario para el bien de la población e intentar minimizar los efectos de esta plaga recogiendo los residuos que, de otra manera, supondrían un riesgo mucho mayor para la salud si se acumularan en las calles”.