El nuevo ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, ejerce el papel del sevillano tópico apegado al terruño que tanto cala allende Despeñaperros. Campechano y bonachón, es de esos que pasean por los barrios y conocen la historia familiar de cada uno de los vecinos, a los que saluda con un fuerte abrazo, o un caballeroso beso en la mano si se trata de las mujeres. Se sintió cómodo con el mayor reconocimiento que la ciudad que ama podía darle, ser su alcalde, de ahí que no ocultase su desagrado por tener que ocuparse de los líos internos del PP-A y restar tiempo a su amada Sevilla. Sin embargo, su gestión no destaca por grandes hitos y sí por múltiples anécdotas.

Su otrora amigo y mentor Javier Arenas le ofreció la alcaldía de Sevilla por casualidad, después de un periodo de convulsiones internas. Venía de ser delegado del Gobierno en Andalucía yCastilla la Mancha, puestos desde los que apoyó que losinmigrantes irregulares se pagaran la sanidad para asegurar la viabilidad del sistema y autorizó concentraciones de tinte racistas y xenófobas en poblaciones con alta población inmigrante.

Ganó las elecciones en 2007 pero no pudo gobernar por un pacto PSOE-IU. Se desquitó en 2011 con una mayoría absoluta impensable y después de haber roto tabús al conquistar incluso barrios considerados tradicionalmente socialistas. Se equiparó con el resto de afectados por la crisis porque su hijo con dos carreras estaba en paro, y poco después ste empezó a colaborar con un prestigioso bufete de abogados, que casualmente trabajaba con el consistorio y había realizado una jugosa donación para un evento. También por casualidad se diseñó un puesto a medida, según la oposición, en el Alcazar de Sevilla para la mujer de uno de los socios de dicho bufete.

Una de sus primeras medidas como alcalde fue cambiar el nombre de la calle Pilar Bardem, con el argumento de que “no tiene más mérito que haber insultado a todo el mundo, incluido el presidente del Gobierno” José María Aznar. Eso sí, negó cualquier afán revanchista. Primero pensó dedicar la calle al columnista Antonio Burgos, que justo en esos años se había destacado por varios insultos a ministras del presidenteJosé Luis Rodríguez Zapatero, pero a petición de los vecinos optó por Nuestra Señora de las Mercedes, titular de la cofradía del barrio. “A mí me gustan mucho las vírgenes, y esa es una muy guapa”, zanjó con elegancia la actriz.

"CIUDAD SIN LEY"

El cambio del nomenclator había sido una de sus promesas electorales, como también lo fue la sustitución de unas modernas farolas en el centro de la ciudad. Las luminarias habían costado medio millón de euros, y habían sido instaladas en 2009, dos años antes de que Zoido asumiese el bastón de regidor. Pero él se comprometió a sustituirlas por otras de estilo tradicional, más acorde con el entorno, en cuanto hubiese disponibilidad económica, y se escudó en que era “un eco popular”. La sustitución costó 240.000 euros.

El alcalde conservador se vanaglorió de que no se aplicaba la ley dememoria histórica en la ciudad porque no había símbolos franquistas. “Que me digan donde hay uno”, retó frente a la denuncia de un abogado que recogía innumerables vestigios que vulneraban la norma. Activó e impulso a las multas por rebuscar comida en la basura, elevando la cuantía económica a los 750 euros, cuando en plena crisis los medios informaban de ciudadanos recuperando comida en los contenedores. Zoido defendió que “no se puede consentir que Sevilla sea una ciudad sin ley”. De nada sirvió recordarle desde la oposición que si no tenían dinero para comer, estas personas tampoco tendrían para afrontar las multas: subrayó que él no podía darles dinero para hacerlo y que su labor era “hacer todo lo posible por que no lo vuelvan a hacer”, subrayando que lo que había que conseguir es que estas personas usaran los servicios sociales para ser atendidas.

Se desentendió del carril bici -logro con reconocimiento internacional de la anterior corporación progresista—, revisó la licencia de un modernos rascacielos y enterró los planes para reducir el tráfico rodado por el centro. Y es que el cuidado de las calles fue otra de las prioridades, tanto dictó una ordenanza para evitar ruidos molestos como el de las fichas de dominó, rodar barriles de cerveza o la gente tapeando de pie, aunque sí se permitían a lanzar petardos y cohetes en las romerías entre las 9 y las 23 horas.

REDESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA

En esa línea, la corporación municipal se caracterizó por no perderse ningún hito religioso de la ciudad, fomentando costosos espectáculos por la Navidad, y desde el PP protestaron cuando el alcalde del PSOE limitó a dos ediles por partido la representación del Ayuntamiento en este tipo de actos. Cofrade confeso, Zoido censuró que la revista satírica Mongolia utilizase una imagen de la Virgen de la Macarena para su presentación en la ciudad por entender que “ofendía los sentimientos ofender los sentimientos de los sevillanos”.

Pero su mayor patinazo de relevancia nacional lo tuvo en 2014, cuando se entusiasmó tanto glosando las bondades de su ciudad que llegó a decir que “en la Edad Moderna las naves para descubrir América salieron de Sevilla”. Se excusaría después diciendo que lo dijo en clave de humor, pero tuvo que disculparse ante los alcaldes de Palos de la Frontera y Huelva, que respondieron a la broma remitiéndole libros de historia. Y en su primer año de mandato, cuando se negó a izar como en anteriores ocasiones labandera arcoiris, símbolo del colectivo LGTBI, en la fachada del ayuntamiento, mantuvo una discusión en Twitter con un usuario al que, en un lapsus, aseguró que “yo soy homófobo”, comiéndose el “no”. Corrigió, pero el desliz ya corría por las redes para deleite de sus detractores. Para que no quedaran dudas, en 2015 izó una bandera arcoiris gigante.