La incomodidad crece dentro de Unidas Podemos por la posición negociadora que mantiene Pablo Iglesias en el tablero de la gobernabilidad. Aunque la dirección insiste en que hay cohesión total entre las diferentes almas que conforman la confederación, lo cierto es que algunos sectores consideran que su líder debería recapacitar, un disenso que eleva la presión sobre el secretario general.

Según ha podido saber El Periódico, un ala del grupo parlamentario quiere que Iglesias rectifique y acepte ahora la última propuesta de coalición que Pedro Sánchez ofreció en julio: una vicepresidencia y los ministerios de Igualdad, Vivienda y Sanidad. No es que confíen en que el presidente en funciones vaya a volver a plantear un cogobierno, pero entienden que, si finalmente hay repetición electoral, por lo menos los morados podrán acudir a las urnas con una narrativa mejor armada. Este sector entiende que con algunos «retoques», la propuesta debería ser aceptable para Iglesias.

A esas voces discrepantes se añadió ayer la del secretario general de Podemos en Euskadi, Lander Martínez, que aunque cree que la apuesta sigue siendo la coalición entiende que «debería ser prioritario evitar unas nuevas elecciones».

Tantear «si ha lugar» / En qué se traducirá esa presión está por ver. Fuentes gubernamentales explican a este diario que el Ejecutivo «no va a hacer sangre» con las desavenencias internas de los morados y prefieren constatar «con elegancia» si Iglesias tiene voluntad o no de reconsiderar su posición. De ello depende que finalmente se produzca una reunión entre el líder de los morados y el presidente en funciones. Es decir, el Gobierno prefiere «tantear» las posibilidades antes de decidir si se produce esa cita. No hay ningún contacto programado.

«Los encuentros se engrasan antes siempre con conversaciones previas, informales, se tantea. Si vemos que las diferencias son insalvables y que todo es imposible, si la reunión va a terminar en un fracaso total es mejor que no se celebre», argumentan fuentes gubernamentales.

El contacto, indican en la Moncloa, está abierto, aunque sea mínimo y el Gobierno «está atento» a las señales que emite Iglesias para ver si es factible o no una reunión. «[Sánchez] se reunirá si ha lugar”, resumió la vicepresidenta, Carmen Calvo ayer.

La número dos del Ejecutivo comparece este jueves ante el Congreso para dar explicaciones de la política migratoria, justamente a instancias de Podemos. Los socialistas van a estar pendientes del tono y la actitud que utilicen los morados. «Cualquier señal es importante», alegan, aunque aseguran que Sánchez no se va a mover y que observan «más ansiedad» en las filas podemistas. «El teléfono no les suena. Quizá han pensado que se jugaba de farol y no», plantean.

IGLESIAS AFLOJA / Mientras, Iglesias mide el grado de tensión que imprime. Aunque amagó con forzar a Sánchez a comparecer en el Congreso a cuenta de la inmigración finalmente pidió que fuera Calvo. Por una parte obliga ir a la número dos este jueves, pero por otra salva al presidente de tener que ir él.

¿Preabre esto una puerta? Su movimiento no genera demasiado optimismo en la Moncloa, porque sigue reclamando una coalición que Sánchez considera inviable, pero admiten que arrastrar al presidente a esa comparecencia hubiese supuesto una ruptura casi total. En resumen, en el Ejecutivo creen que puede quedar oxígeno, aunque son poco optimistas y, reconocen ya sin ambages, que si Iglesias no transige, el 10 de noviembre cosechará un resultado aciago.