Manuela Carmena había amagado con dimitir antes del verano, cansada de que las constantes pugnas internas de su grupo municipal, fragmentado en múltiples facciones izquierdistas, pusieran en juego el proyecto de cambio en el Ayuntamiento de Madrid. Sin embargo, fue a la vuelta de las vacaciones cuando entendió que las deslealtades habían llegado a su límite. Que ella no había conseguido arrebatar la alcaldía a Esperanza Aguirre tras dos décadas de mandato popular para que las luchas partidistas por su sucesión destruyeran el gobierno municipal. Y, aunque sigue sin creer en los partidos, entendió también que para gestionar el consistorio más grande de España necesita un equipo leal.

Fue en septiembre cuando descubrió la jugada que terminó este lunes con la destitución del concejal de Hacienda, Carlos Sánchez Mato (IU). Fuentes municipales han explicado a este diario que el edil ocultó a Carmena el documento enviado por el ministerio dirigido por Cristóbal Montoro advirtiendo de que, si no se corregían las cuentas municipales, el consistorio sería intervenido de inmediato. La alcaldesa descubrió el requerimiento de Hacienda varios días después por otros medios, sin que Sánchez Mato se lo llegase a entregar, según confirman fuentes de la máxima solvencia. Era demasiado tarde. El Gobierno había puesto ya en marcha los mecanismos para atornillar al ayuntamiento, al considerar que sus presupuestos incumplen la regla de gasto fijada por Hacienda.

CUMPLIR LUCHANDO / Carmena está convencida de que el criterio fijado por Montoro es injusto, porque no permite a los ayuntamientos saneados invertir aunque tengan superávit, pero su visión como jueza se impuso. El consistorio cumplirá las exigencias y se apretará el corsé. En paralelo, se suma a la ofensiva de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) para luchar contra dicha norma y se arremanga para negociar con el ministro.

Con el malestar aún en el cuerpo, la alcaldesa decidió destituir al concejal el pasado lunes, cuando Sánchez Mato no asistió al pleno para ratificar el plan económico financiero (PEF) que incluye el ajuste impuesto por Hacienda. Solo dos días después de la destitución, ayer, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid resolvió levantar las medidas cautelares exigidas por Hacienda, que inmovilizaban 275 millones. Fue el propio departamento de Montoro, tras negociar con el ayuntamiento y contemplar la destitución de Sánchez Mato (que prefería una guerra abierta con el ministro), quien retiró el recurso.

El golpe en la mesa de Carmena cuenta con el aval de Podemos. El pablismo y el errejonismo, las dos familias mayoritarias, entienden que tras la decisión del edil rebelde late su intención de posicionarse en la parrilla de salida para las primarias cara a la sucesión de Carmena para el 2019 o entrada la siguiente legislatura. Creen que el destituido buscaba un cuerpo a cuerpo con Montoro para marcar perfil propio y el hecho de que ocultase documentación clave les ratifica en su opinión. El grupo municipal está dividido en familias a la greña (seis regidores de Podemos, tres de IU, tres de Ganemos -Anticapitalistas- y otros tres de Madrid 129 -vinculados a movimientos sociales-) que especulan desde hace tiempo con quién sustituirá a la alcaldesa si no repite.

Tanto el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, como el secretario de Análisis Estratégico, Íñigo Errejón, quieren que Carmena vuelva a ser candidata, ya que la consideran la mejor baza en un ayuntamiento que es buque insignia de los morados, y cierran filas en torno a ella.

No tienen relevo que la sustituya, hoy por hoy están convencidos de que es la mejor candidata y asumen la condición que ella impone: podría repetir solo si le permiten confeccionar el grueso de su lista para rodearse de un equipo que no le ponga zancadillas y que en lugar de encerrarse en debates identitarios (como las votaciones simbólicas en el pleno sobre Venezuela) se sumerja en la gestión del consistorio.

Mientras, la alcaldesa quiere terminar su legado, peatonalizar la transitada Gran Vía, dejar de hablar de sucesión y seguir horneando magdalenas para recibir a sus visitas en el palacio de Cibeles.