Los turistas de más poder adquisitivo en la década de los 80, los extranjeros, son los primeros en disfrutar de las playas semivírgenes y los hoteles de copete de Castellón, del Orange Paradise, eslógan de la época y válido en inglés y francés. Un paraíso naranja, impulsado por el Patronato Costa Azahar de la Diputación Provincial, para atraer a visitantes --primero, de Alemania, en tren; y luego franceses, ingleses y belgas en bus o coche propio--.

El turismo nacional llega después y se revitaliza a medida que lo hace la sociedad española. Cuando empieza a salir de vacaciones elige hoteles más modestos, de dos y tres estrellas, y Castellón va peleando pese a la elevada competencia. De hecho, el visitante nacional es hoy en día mayoritario, un histórico 80% frente a la minoría internacional, que aspira a revertir a base de vuelos --gracias a las rutas del aeropuerto, cuyo primer vuelo comercial, procedente de Londres, aterriza el 15 de diciembre del 2015-- y los cruceros --con la estrategia Cruising at Castellón y el buque de más pasaje hasta la fecha, 700, en el Black Watch, que hace escala el 11 de mayo del 2010--.

Lejos del booking actual y la habitación a golpe de clic en un móvil o tablet, en los primeros años de gestión turística las reservas llegaban por correo. Así lo recuerda el primer gerente del Patronato Provincial de Turismo, Enrique de Pablo, quien rememora de sus inicios en hoteles que «una conferencia telefónica desde el extranjero era cara. Por ello, recibíamos reservas por carta desde Francia, que se contestaban tras hacer los cuadrantes y recibir el ingreso». También relata que «antes, se iba a las ferias europeas en coche. La secretaría de Estado de Turismo nos facilitó una furgoneta Ebro. Íbamos dos personas desde Castellón a Stuttgart, Bruselas... con un estand pequeño y folletos. El ruido del motor apenas nos dejaba hablar». Y más tarde llegaría la Feria Internacional de Turismo de Madrid (Fitur), con su muestra de langostinos de Vinaròs y las galas de los 90 en el hotel Palace con artistas de la época (Norma Duval, Carmen Sevilla, etc.).

¿Pero cuándo empieza la labor de promoción? El 30 de agosto de 1978 se funda la entidad Fomento de Turismo Costa del Azahar, que presidirían José Luis Tárrega Bernal (1983) y Constantino González Din-Berneri (1989), entre otros. Público-privada, sin ánimo de lucro, aglutina a ayuntamientos, empresas, Diputación y Centros de Iniciativas Turísticas, con mínimos fondos públicos.

En los 80 se crea el Patronato Provincial de Turismo, auspiciado por la Diputación, y que convive un tiempo con Fomento. Con los años surge la Federación Innovadora Feiturcas, que finalmente se disolvió; el Club de Producto Introducing Castellón; Club de Alojamiento Rural Temps; o la reciente Altur (escisión de socios de Ashotur); sin contar las sectoriales de cámpings, los apartamentos con el reto de atajar la oferta ilegal, casas rurales y hoteles.

Según relata la actual gerente del Patronato Provincial de Turismo, Virginia Ochoa, la primera marca turística de Castellón se presenta en el hotel Orange en los años 80. Diseñada por Álvaro Bautista, representaba a Adán y Eva, de niños, cogidos de la mano y con el lema Orange Paradise Costa Azahar. Años después, llegó el segundo logotipo, que seguía vinculado a la Costa Azahar, con un sol para la costa; y el pico del Penyagolosa para el turismo de interior.

El tercer símbolo es el típico caracol de tres colores, que sigue con Castellón Costa Azahar. «Un término, Costa Azahar, que se acuña en la época de Manuel Fraga Iribarne, que se empeñó en dar nombre a cada tramo costero. Se le dio para el tramo Castellón-Valencia, pero la provincia vecina se quedó como costa de Valencia», explica de Pablo. Finalmente, en el 2011, se actualiza la tipografía y los colores del caracol, de azul mar, en la actualidad.

La patronal, desde 1977

La principal patronal, la Asociación Provincial de Empresarios de Hostelería y Turismo de Castellón (Ashotur), se constituye el 23 de Junio de 1977, con Saturnino López Nicolás, del hotel Miami, de Benicàssim, como presidente. En esa junta le acompañan Pascual Peris (hotel Mindoro), Fernando Ribes (discoteca Ufo’s), Gabriel Marí (Cafetería Gabi’s), Manuel Llopis (Cafetería Llopis), Francisco Carballada (Disco Mirosaki), Ginés Zapata (hotel Zapata), Emilio Pin (abogado), Teresa Meliá (administrativa que se ha jubilado en este 2019), Domingo Casañ (hotel Tramontana), Juan Bonet (cámping Bonterra), Roberto Martínez (gerente), Juan José Monsonís (economista) y Luis Domínguez (hotel Miami).

En 1978 ostenta la presidencia Gabriel Marí Puchol, hasta el 18 de diciembre de 1984, cuando renuncia y accede Ginés Zapata Romero, del hotel Zapata, de Orpesa. En enero de 1988 llega al cargo Antonio García Barragán, de la Hostería del Mar de Peñíscola, quien fallece en accidente de tráfico. Ello obliga a que, en septiembre de 1997, Antonio Molina Blas, del Bar Molina de Burriana, vicepresidente, quede al mando en funciones. Por acuerdo de la Junta, se nombra por dos años (hasta el final del mandado de Barragán) a Javier Gallego. Finalmente, el 29 de noviembre de 1999, la asamblea elige a Carlos Escorihuela, que sigue hoy, revalidado tras 20 años.

En turismo, como profesional, Escorihuela lleva desde los 23 años. Considera que «el sector ha evolucionado sustancialmente y hace 40 años estaba muy concentrado en ciertas localidades». «Recuerdo cuando Alcossebre dio un vuelco con la urbanización de las Fuentes y la llegada de franceses, suizos, alemanes e ingleses que compraron propiedades; y al tiempo llegó el turismo nacional», relata. De aquellas décadas explica que aún se trabajaba poco con los turoperadores «pero venían grupos del sur de Francia, principalmente, a Peñíscola». Y es que la Ciudad del Mar ha sido carta ganadora para la provincia, «por su emplazamiento privilegiado, la historia del Papa Luna, el castillo y un entorno cultural inigualable, que atrajo a empresas turísticas a instalarse allí. Peñíscola vio claro que agricultura y pesca no eran suficientes y apostó fuerte por el turismo». Con la revolución tecnológica, «las visitas se han multiplicado y es más fácil llegar a los mercados. La previsión es mejorar y captar inversiones. Antes, las ferias eran punto de encuentro de turoperadores; no había .com, ni redes ni booking. La base eran relaciones personales», indica.

Otro empresario de toda la vida, Javier Gallego, rememora «cómo en 1983 el concejal de Turismo era también el de Fiestas. Se entendía el turismo como fiesta. El antiguo modelo de fandango y pandereta se ha modernizado y el sector es industria».

Gallego presidió Ashotur y a los empresarios de Peñíscola en los 90. De 1988 a 1991 impulsó el Instituto Turísitico Valenciano, germen de la futura Agència Valenciana de Turisme, ahora Turisme Comunitat, «de los primeros organismos de España de promoción turística, en la línea de Baleares, Canarias o Andalucía».

La presidenta de la Cámara de Comercio y dueña del hotel Doña Lola, Dolores Guillamón, recordó hitos como «la libre circulación de turistas extranjeros al amparo de Schengen; y más recientes, el AVE, aeropuerto y festivales». Cara al futuro, la profesionalización es básica, de la mano de la Escuela de Hostelería, el Cdt del Grau y el de Morella; y la UJI, con su Grado de Turismo (Diplomatura en 1997) y el Congreso Internacional (consolidado por el fallecido Diego López-Olivares y ahora con Rafael Lapiedra al frente).