El sector agroalimentario español debe empezar a ser considerado por la sociedad como uno de los sectores estratégicos de nuestro país». De esta manera reivindicó el papel de esta actividad el presidente de Cajamar, Eduardo Baamonde, durante la presentación en València del Observatorio sobre el sector agroalimentario español en el contexto europeo. Informe 2018, a la que asistieron más de 150 profesionales de empresas agroalimentarias valencianas. Baamonde insistió en que «no deberíamos conformarnos con ser más productivos y competitivos; el verdadero objetivo es ser más rentable». La cita constató la relevancia que mantiene dicho ramo en la economía española, que ha vuelto a crecer por cuarto año consecutivo, pero también mostró los grandes retos a los que se enfrentará el sector en los próximos años, entre los que se hizo hincapié en la necesidad de invertir más en innovación.

El informe editado por Cajamar y elaborado por el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE), refleja el dinamismo del sector agroalimentario dentro del contexto internacional. Para ello, como novedad, el estudio ha incluido por primera vez la fase de distribución y comercialización.

Entre otros datos, el director del estudio, el catedrático de Análisis Económico de la Universitat de València y director adjunto del IVIE, Joaquín Maudos, recalcó que el sector agroalimentario español aportó a la economía nacional 62.867 millones de euros en 2018, lo que supuso el 5,8 % de su PIB, una cifra que se amplía a 100.742 millones de euros --el 9,2 % del PIB-- al incluir la fase de distribución. «España está más especializada que la media europea en el sector agroalimentario», incidió Maudos, que apuntó que las cifras que maneja la Unión Europea son del 3,8 % de su PIB sin la distribución, y del 6,3 % con ella.

Asimismo, el observatorio también revela que la cadena agroalimentaria completa genera hasta 2,5 millones de puestos de trabajo en España, lo que supone un 12,3 % del empleo nacional, por encima del 10,8 % que supone el sector en la Unión Europea. «Se trata de uno de los pilares de la economía española», aseveró Maudos, quien añadió que, además, la productividad en agricultura y pesca en España es un 113 % mayor que en Europa.

Del mismo modo, la competitividad también resulta ostensiblemente superior en España --alcanzando el 44 %--, si bien ésta se resiente en la comercialización, en la que está un 18 % por debajo de la media europea.

¿Qué hay que mejorar? // Una vez conocidos estos datos positivos, ¿cuál es el principal aspecto a mejorar por el sector para conseguir esa mayor rentabilidad que reclama Baamonde? «El esfuerzo innovador en I+D+i», aseguró Maudos. De hecho, las cifras registradas en el observatorio advierten que desde 2008 la inversión en I+D+i ha caído un 8,9 % en España --a pesar de un ligero repunte generado el último año--, mientras que en la Unión Europea ha crecido un 32,7 %. «Si no invertimos en innovación difícilmente vamos a poder diferenciarnos de la competencia. Si no lo hacemos, únicamente podremos competir en costes», adujo Baamonde.

En ese sentido, el director de Innovación Agroalimentaria de Cajamar, Roberto García --que avanzó que su entidad ya prepara un observatorio sobre el subsector de los cítricos--, reiteró que «la generación y la transmisión de conocimiento es algo fundamental». «Solo siendo buen agricultor no es suficiente, también hay que abordar la distribución y la comercialización», añadió. «Somos competitivos porque hemos incorporado las nuevas tecnologías. En 25 años hemos duplicado la capacidad productiva en la fase de producción primaria, pero queda mucho por hacer en la comercialización», valoró.

Tanto Baamonde como Maudos apuntaron como uno de los responsables de esta falta de inversión en I+D+i al tamaño de las industrias en España. «No somos un país de pyme, sino de microempresas», lamentó Maudos; mientras que Baamonde insistió en que «cuanto más pequeño es el tamaño de las empresas más difícil resulta tener departamentos de innovación». «Es necesario eliminar las barreras para que las empresas no sean micros y crezcan», reclamó Maudos. Del mismo modo, el director adjunto del IVIE apuntó que «la inversión en I+D debe venir de las empresas privadas, no del sector público», ya que como recalcó, «la empresa debe ser ayudada, pero no puede depender de la subvención», mantuvo.