El piano de Chano Domínguez y la voz y teatralidad de Martirio se han vuelto a unir para invocar y subir a sus altares a una figura, la del pianista, compositor y cantante cubano Ignacio Villa, Bola de nieve (1911-1971). La primera pregunta la hace Martirio: ¿Te ha gustado? «Una maravilla. Bendita arqueología musical que suena más viva que nunca».

—Suena distinto al disco de Chavela Vargas, ¿verdad? Pues es completamente intencionado. He aprendido a cantar de otra manera. Es bolero filin, pero con mis reminiscencias de flamenco fusión. Yo lo llamo filin flamenco, porque el piano de Chano es muy flamenco. Hay contención y desnudez. Me ha enseñado Bola a encontrarme. A la edad que tengo, 65 años y con casi 40 cantando si contamos con Jarcha, es hermoso seguir estudiando y buscando formas nuevas de presentarme ante el público.

<b>—«Bola es una García Lorca negro», decía Alberti. Usted fantasea con la idea de un encuentro. </b>

—Dos caras de una misma moneda. Los dos con una vida que no fue fácil por la sensibilidad de cada uno y la época que les tocó vivir. Uno tan mágico y de colores y el otro cargando con el peso del racismo encima.

<b>—Negro y homosexual. El negro triste que cantaba alegre.</b>

—Tenía sentido del humor, pero cuando te canta las de llorar, ahí no te escapas, eso te toca el alma. Él no quería impresionar, lo que le importaba era la expresión.

<b>—¿Por qué le llamaron Bola? </b>

—En el colegio, como era gordito, le llamaban bola y eso a él le molestaba. Años después, la cantante cubana Rita Muntaner le pidió que le acompañara de gira y en México, en un concierto, ella le presentó como Bola de nieve y la gente se quedó con la copla, porque ella se quedó afónica y él la sustituyó.

<b>—‘Vete de mí, Ay amor’. ¿Qué tal llevamos tanto desconsuelo?</b>

—De desgarramiento estoy sembrá. Ja, ja, ja. Yo soy muy apasionada, muy intensa. Tengo mucha capacidad para sufrir, también de reír y gozar. El amor ha sido la carrera de mi vida.

<b>—Con Chano hicieron ‘Coplas de madrugà y Acoplados’. ¿No han tardado mucho en juntarse?</b>

—Desde el 2004, sí. Hemos seguido siendo amigos y viéndonos. Él se fue a Estados Unidos. Una tarde que vino a casa se lo propuse. Cuando Chano y yo nos juntamos en el escenario pasan cosas mágicas. Nos entendemos muy bien. Es el mejor pianista de flamenco jazz que existe. Ha hecho un trabajo excepcional.

<b>—Y con tantas tablas, ¿todavía siente respeto al directo?</b>

—Porque esa ceremonia es sagrada y tú puedes conectar o no. Quiero que vengan a verme con los ojitos brillantes.

<b>—Canta ‘Se equivocó la paloma’. ¿Qué sentido tiene hoy?</b>

—Yo la veo ahora en clave política, por el momento que estamos viviendo. Es un ruego. Que no se vuelva a equivocar la paloma. Que haya paz y entendimiento porque la paloma está ahora mismo despistada. El camino no es nada fácil, pero despertaremos del momento tan convulso que vivimos. Yo siento Cataluña muy cerca, ha sido donde más he cantando en mi carrera, y me da mucha pena todo lo que está pasando. Espero que haya concordia lo más pronto posible.

<b>—¿Y avista la jubilación o tenemos Martirio para rato?</b>

—Yo no me puedo jubilar hasta los 67, pero mientras mi cuerpo y mi alma estén en activo ahí seguiré. Y puedo cantar sentada, escribir, hacer radio, producir...

<b>—¿Y tendremos exposición con sus trajes y sus peinetas?</b>

—Tengo que ponerme en firme con eso. Hay mucho diseño y artesanía ahí. A ver si me ayudan, porque querría que fuera itinerante y eso tiene muchos gastos. Es un meneo tremendo.

—¿Qué me dice de Rosalía?

—Canta muy bien y El mal querer está estupendo. Me sorprende la producción. Un exitazo tan grande como ese solo pasa en el pop tal como está la industria.