A penas 48 horas han necesitado médicos y especialistas del hospital berlinés de la Charité para apuntar a un envenenamiento como la causa del grave estado de salud de opositor ruso Alekséi Navalni. «Los resultados clínicos indican una intoxicación a través de una sustancia del grupo de los inhibidores de la acetilcolinestarasa. La sustancia concreta todavía nos es desconocida y se ha iniciado una analítica más amplia», apuntó ayer una breve nota de prensa del centro médico al que ingresó el pasado sábado Navalni a petición de su familia.

El estado de salud del activista ruso es «serio», pero su vida no corre peligro, añadía la nota de la Charité. Navalni sigue en coma e ingresado en una unidad de cuidados intensivos. Los médicos que lo tratan no se atreven aún a hacer un diagnóstico sobre la recuperación del paciente y tampoco descartan secuelas, «especialmente en el sistema nervioso».

Los inhibidores de colinisterasa retrasan la degradación de un neurotransmisor y se utilizan en terapias para el alzheimer, pero también pueden llevar a una permanente e incontrolable tensión muscular.

La esposa del opositor y uno de los críticos más acérrimos del presidente ruso, Vladimir Putin, había dicho públicamente que no se fiaba de los médicos del hospital de Omsk, en Siberia, en el que fue ingresado Navalni el pasado jueves después de sentirse mal en el avión que lo llevaba de vuelta hasta Moscú.

Tras las primeras pruebas, los médicos rusos que trataron a Navalni dijeron no haber encontrado restos de veneno y hablaron de «problemas en el metabolismo» como los causantes del repentino empeoramiento de su salud. Según la agencia rusa Interfax, el hospital de Omsk está en estrecho contacto con los médicos de la Charité y ya les ha enviado los resultados de las pruebas hechas a Navalni en Rusia. La familia y el equipo del opositor acusan abiertamente a los médicos del hospital de Omsk de haber cedido a la presión de las autoridades rusas.