China ha ejecutado esta mañana a Jia Jinglong. La sentencia, con la ley en la mano, era cristalina. El campesino había confesado el asesinato del alcalde de su pueblo con una pistola de clavos modificada. 'Dura lex, sed lex'. Ocurre que bajo la epidermis del caso laten problemas sociales sensibles como la indefensión ante los desmanes del poder. Jia se convirtió en un símbolo de la injusticia, generó una inédita campaña popular, académica y mediática a favor del indulto y estimuló un tímido debate sobre la pena de muerte en el país que más la frecuenta.

Jia ha sido ajusticiado en la ciudad de Shijiazhuang después de haberse reunido brevemente con sus familiares, ha informado la agencia oficial Xinhua. La vida que se ha extinguido este martes resplandecía en mayo del 2013. Faltaban 18 días para que Jie se casara y acababa de rehabilitar su flamante vivienda. Unos funcionarios llamaron a su puerta y le pidieron que se marchara antes de la llegada de la piqueta. Su resistencia sólo le procuró una paliza ysu vivienda recién amueblada se convirtió en escombros. La novia abandonó a Jia, de 29 años, porque en China es preceptiva la vivienda para pasar por vicaría. Jia, con la casa y la mujer perdidas, emprendió una batalla judicial para exigir una compensación económica que sólo acrecentó su impotencia. Un día de febrero del 2015 entró en las oficinas municipales y disparó su pistola de clavos contra He Jianhua, alcalde de Beigaoying, un pueblo de la provincia de Hebei a escasas cuatro horas de Pekín.

Sus abogados no han negado ni la compra de la pistola ni el asesinato y han basado su defensa en señalarle como una víctima más de los abusos y de la ineficacia de la justicia. Jia ha despertado una ola de adhesiones populares porque todos pueden ser él, un individuo contra el sistema, emparedado entre los corruptos oficiales locales y la inútil burocracia jurídica, empujado por la desesperación a actos irracionales. No hace muchos años era habitual que los obreros de las provincias del interior, sin permiso para vivir en Pekín, se quemaran a lo bonzo tras acumular sueldos impagados.

A la causa del indulto se han sumado incluso los medios oficiales. “Jia no habría actuado así si su pérdida se hubiera gestionado de forma correcta (…) Evitemos la doble tragedia que está peligrosamente cercana”, señalaba esta semana un editorial del diario 'China Daily'. “La ejecución no debe llevarse a cabo”, finalizaba. También el ultranacionalista 'Global Times' pedía la suspensión y publicaba una carta de reputados catedráticos y abogados denunciando que la sentencia viola los estándares de la pena capital.

Todo queda bajo el partido en China. El Gobierno nombra a los jueces y de la prensa no se espera ningún control sino cruda propaganda. Las críticas de los medios a los tribunales son, pues, extraordinarias y reservadas a casos flagrantes. Lo ha resumido la hermana de Jia a la agencia AP: “Él pertenecía a las clases bajas sociales, representaba a la gente ordinaria. Lo que sufrió es lo mismo que sufren ahora o sufrirán muchos chinos”.

FIRMA BAJO AMENAZAS

Los abusos de los funcionarios locales del partido cubren cualquier ámbito pero se agudizan en las expropiaciones y evicciones forzosas. Las ventas de terreno son una de sus escasas vías de ingresos y de ese ovillo de intereses entre ayuntamientos y promotores inmobiliarios salen escaldados los propietarios legítimos. Las clases medias de Pekín o Shanghái conocen los resortes para defenderse pero la práctica continúa en las zonas rurales. Es habitual que los facinerosos intimiden o agredan a los que rechazan unas indemnizaciones que probablemente nunca recibirán. Jia era el único vecino que resistía las presiones. En el proceso fue presentado un documento en el que su padre aceptaba la expropiación. Según la defensa, fue firmado por las amenazas a la retirada de su pensión.

Las ejecuciones en China superan a la de cualquier otro país del mundo. Las cifras son un secreto de Estado. Las organizaciones de derechos humanos reconocen que han bajado en los últimos años a la mitad después de varias reformas legales. China ha reducido el número de delitos que la contemplan, ha impuesto la revisión del Tribunal Supremo para las condenas a muerte y las ha definido como un último recurso.

Una mujer condenada a muerte por matar a su marido maltratador recibió recientemente el indulto tras un movimiento social parecido. Se esperaba también la ejecución le fuera conmutada a Jia por una cadena perpetua. Un comentario que ha circulado por la red asegura que Jia no ha recibido piedad porque el hijo del alcalde asesinado ha sido ascendido a secretario general del partido en la zona.